21 de mayo de 2010

Mi Príncipe Azul


Mi hombre imaginario, el hombre de mis sueños...

El hombre de mis sueños es ese hombre que me mira sin preguntar, que tan solo con mirar y mirar haya respuesta a sus preguntas sin recriminar, ese hombre que me entiende sin que hable y de tanto entender comprende, comprende… me comprende...

Ese hombre para el que todos los días no estoy estupenda, para el que a veces me encuentra muy fea y otras demasiado hermosa, ese hombre que aprieta mi mano y siente mi calor aunque mis manos este frías, que sabe como me siento sin necesidad de preguntármelo, ese hombre que es capaz de tejer esa especie de unión férrea e invisible entre los dos, esa complicidad difícil de alcanzar, que entiende que yo soy yo y no igual o similar a esta o a aquella o a esa otra, que para él soy irrepetible y única, fantástica, la mejor, aunque haya millones mejores que yo, ese hombre que se siente continuamente acompañado por mi, aunque yo no este...

Que me hace el amor con los ojos y me penetra con deseo, que acaricia mi piel como si fuese terciopelo y besa mi boca bebiendo como si fuese el más fresco y rico manantial, que mis humedades son para él néctares y mi sonrisa su felicidad, que me besa bostezando por la mañana recién levantado, porque por las mañanas hay que bostezar, que arranca mi risa con tan solo mirarnos y me hace sentir feliz, tan feliz como lo es él a mi lado.

Ese, justamente ese que me hace cosquillas a traición, que entiende que cuando tengo la regla me pongo imposible y hay que dejarme en paz, que le aburren mis amigas y me mete mano por debajo de la mesa del restaurante cuando cenamos con ellas, que me folla en un probador mientras me quejo de lo mal que me sienta ese vestido y le digo que tengo que adelgazar, ese que el día de mi cumple me invita a palomitas y el día de viernes santo bebemos champagne, ese que me conoce tan bien, que sabe lo que disfruto provocando con esas otras amigas a las que todo les escandaliza y me mira y se ríe conmigo con complicidad guiñándome un ojo, ese tío que se le pone dura cuando me acerco a él a pesar de ser paisaje demasiado conocido para él, que se ríe si le aprieto su polla muy fuerte con mi mano en cualquier bar mirándole provocativa cuando el camarero se da la vuelta...

Ese hombre que para él la belleza de un paisaje aumenta si está conmigo y siente mi ausencia como un lacerante dolor cuando me voy.

Ese es mi hombre imaginario, mi príncipe azul, un príncipe sin coronas ni cetros, sin riquezas ni oros, un príncipe que tan solo se siente feliz viendo feliz a su linda princesita.

Ese hombre que se pone la sonrisa para ir conmigo a Ikea sin rechistar... y es cuando yo me pongo tierna y pienso como dice el cuento... ¡Contigo me he de casar!

Pero los príncipes azules no existen, ni los violeta, tan solo existen hombres, hombres que no aprendieron casi ninguno como se debe de amar a una mujer, como se le debe robar un suspiro de los de verdad mientras por ejemplo, hacen la compra con ella en un hipermercado.

Blondie

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