ÉL
Él era como una primavera en mi desierto, llenaba de flores
mi árido corazón, despertaba en mí sensaciones dormidas y me hacía viajar a
las cumbres más altas.
Conseguía embobarme con su voz y su sabiduría, me gustaba
escucharle, no me cansaba jamás de hacerlo y siempre quería más, siempre quería
más, más…
Y sin darme cuenta floreció en mi corazón un sentimiento
nuevo al que yo quería negarme, sí, quería negar lo obvio, esa sensación de
dulce placer, de imperiosa necesidad de él, esa impaciencia por oírle cuando no
me acompañaba, todas esas cosas nuevas que estaban naciendo en mí sin que yo
pudiese hacer nada por frenarlas…
El día que mi desierto se quedó sin primavera se llenó de
otoños y mis lágrimas se convirtieron en hojas doradas que iban poco a poco
cubriendo mi corazón de una infinita melancolía.
Y el invierno anidó en mi corazón, los fríos congelaron mis
sentimientos, las nieves taparon las flores y las hojas y formaron una espesa
capa de hielo escurridizo por el que jamás nadie pudo volver caminar sin
resbalarse…
Blondie
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