El Sapo Cantarín, Larin, Larin…
repetimos esta canción pero cantada nuevamente con otros diálogos
hemos querido repetirla, nos apetecía...
Yo una vez conocí a un sapo, a un horrible sapo feo, que sabía engañar tan bien, que se mostraba con aspecto de un dulce trovador y cada noche salía a rondar a La Luna y La Luna le miró, le miró a los ojos, como solo ella sabe mirar y el sapo cantó y cantó y La Luna al escucharle creyó verle bello y por verle así se lo creyó, creyó en su belleza, pero como pasa en todos los cuentos de sapos y lunas una noche La Luna se escondió, hizo creer al pobre sapo que era una noche sin luna y lo descubrió sin su disfraz de hermoso trovador.
Al darse cuenta La Luna de la vulgaridad del pobre sapo, de su piel escamosa y de su asqueroso baboseo, al fin y al cabo hay que tener en cuenta que no era más que un pobre, triste y repugnante sapo que se ahogaba en la putrefacta charca de su propia miseria, La Luna altiva, distante y fría decidió continuar con su embrujo y cada noche le embrujaba y le embrujaba…
Ese sería su castigo, vivir el resto de su vida embrujado, por ser un triste y resbaladizo sapo verdoso, que quiso engañar a la luna con sus cancioneros, sin percatarse que se equivocó profundamente al pensar que se podía jugar con la luna, al no darse cuenta que con La Luna no puede jugar nadie, ni tan siquiera El Sol, a pesar de creerse luminoso y muy poderoso.
Blondie
