31 de enero de 2010

Entre Dos Aguas

En ese camino entre la nada y el olvido están las respuestas a tus incógnitas, es difícil llegar hasta ese lugar y pocos lo consiguen, porque es el lugar en que te encuentras y encuentras lo que pretendes y no todo el mundo sabe o puede llegar.

Hay que decir yes y no mirar hacia atrás, después todo es ya más fácil, aunque si cometes la debilidad de girar tu cabeza un segundo, tan solo un segundo, pierdes el rumbo y la dirección hacia ese lugar y es cuando empiezan las dudas y la tortura de no entender y te desesperas y chillas y gritas y lloras y destrozas todo lo que te rodea, eso pasa si giras tu cabeza un instante cuando has iniciado el camino hacia ese lugar…

Una vez conocí a una mujer que giraba continuamente hacia atrás su cabeza y jamás llegaba a ese lugar, ella lo sabía, sabía que así no llegaría jamás pero la giraba…

Un día de esos en que el sol parece luna y la luna se ha ido, inició nuevamente su viaje parándose por el camino para preguntar, fijándose bien por si se arrepentía y quería desandar lo andado, iba dejando las cuentas de su collar en el camino tal y como aprendió del cuento que le leían en la cama cuando era niña, cada cuenta marcaba ese camino andado y la vuelta al lugar que ahora quería abandonar. Su collar era muy largo y de seis vueltas así que podía caminar mucho sin temor a extraviarse, con la certeza de poder regresar.


Las perlas relucían en la noche marcando el sendero de forma cegadora y eso atrajo rápidamente a otras gentes que la querían seguir para ir recogiéndolas y poder hacer un collar. Ella no se daba ni cuenta al no girar la cabeza, pero efectivamente detrás alguién iba recogiéndolas. Continuó su camino hacia el fondo y a lo lejos creyó vislumbrar un oasis entre la nada y el olvido, aceleró el paso con el corazón palpitando y llena de temor pero depositando al mismo tiempo en el camino las últimas cuentas de su collar. Al fin estaba llegando…

Cuando vio el lugar sintió una paz infinita, lo había conseguido, estaba pensando cuando sintió que unas manos cálidas le ponían alrededor de su cuello su collar de perlas de seis vueltas, cerraban el broche con suavidad y la acariciaban con ternura, ella giró la cabeza un instante para mirarle. De nuevo se encontraba en el mismo lugar, su viaje había sido a ninguna parte…

Blondie

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