23 de enero de 2010

El Rompeolas

Rompeolas Plentzia
El mar bramaba, la noche era oscura las olas rompían agresivas contra las rocas del acantilado con furia, estaban muy enfadadas, cada una iba diciendo todo aquello que tenía contenido. Luchaban con todas sus fuerzas para echarle de su mar pero él era muy fuerte y se resistía. El amor entre las olas y Sémprico era así, fuerte y doloroso, ellas eran juguetonas y coquetas, él hiriente y mordaz, le gustaba apoderarse de territorios ajenos y manipularlos, ellas le fueron dejando, le hicieron creer que era su casa, le dejaron moverse por ella e incluso marcar los ritmos de su cadencia hasta que esa noche se enfadaron y decidieron echarle, se aliaron y aunaron sus fuerzas para estamparle contra el rocoso acantilado, pero Sémprico era duro de roer y se aferraba con firmeza a sus entrañas para no salir, le gustaba reinar en las profundidades de sus humedades, saberse el rey de sus debilidades y jugar con ellas sin pudor, aunque esa noche todos los hados del universo se habían puesto en su contra.

Desde que le conocieron supieron que ya apuntaba maneras aunque no quisieron admitirlo hasta la negra noche en que aunaron sus fuerzas y decidieron aniquilarle. Tras una noche terrible de lucha volvió la calma, el amanecer mostraba una mar en calma, las olas volvieron a las profundidades de su reino y Sémprico flotaba hecho añicos en las calmosas aguas. La guerra había finalizado.
Blondie

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