14 de septiembre de 2007

TORMENTA




El olor a tierra húmeda me hizo recordar mi infancia, llovía a mares, de esa manera de llover como con rabia, con mucha ira, con una fuerza desmedida.La lluvia era rabiosa,sus gotas repiqueteaban contra el suelo de tal manera,que el ruido era ensordecedor,parecía que querían que supiesemos de su presencia, de su enfado…
Yo, siempre que llueve así, pienso en el castigo de los dioses, no lo puedo evitar… El agua pues, caía con fuerza sobre la tierra y liberaba todo el calor que había estado haciendo, la sensación era absolutamente maravillosa, una mezcla de sosiego y felicidad, de recuerdos que acudían a borbotones a mi mente, de otras lluvias pasadas con olor a tierra, de tormentas de mi infancia, que pasaba en una Ermita - del pueblo donde veraneaba -, refugiándome muerta de miedo, mientras el cielo tronaba y mi bici se empapaba…
Después me decían los de aquel lugar, a “el Muecas” le mató un rayo…, no vayas a esa Ermita,- me decían- o se te aparecerá y te llevará…y yo temblaba aún mas…Pensaba que los rayos eran castigo de Dios y que si los veíamos, que si nos indicaban de su presencia con esa lluvia, y con esos truenos tan aterradores, era porque algo habíamos hecho mal, porque merecíamos un castigo…
Cuando crecí un poquito ya no sentía tanto miedo, era salvaje e inconsciente y hasta me ponía debajo del agua entre relámpagos. Menos mal que nunca me pasó nada, ¡menuda suerte que tuve ¡- pienso ahora-. Después, cuando fui mas mayor, cuando alguna vez me pilló una buena tormenta, de esas que hacen temblar, me sentía mas a salvo, había estudiado ya las leyes de Faraday en el cole y me metía en el coche, toda ufana, pensando, que llueva y que truene, a mi no me pasará nada…

Abrí las ventanas a pesar de que el agua entraba con fuerza en la casa y me asomé a mirar, después salí, quería mojarme, era como una necesidad de limpiar mi cuerpo y mi alma. El agua resbalaba por mi pelo y por mi cara, mi ropa estaba empapada, pero hacía calor y la sensación era muy placentera.

Siempre me gustaron las tormentas de verano, son como pausas ante el calor tan agobiante, como un pequeño respiro que hacen que te sientas realmente bien y que puedas hacer por un dia algo diferente. Tan bien me siento cuando llueve de esa manera, que siento hasta pena cuando para…

Pero la cosa se complica, el cielo empieza a gruñir, se llena de luces y el tronar es terrorífico, da miedo…, no me extraña que los vikingos temblasen ante los rayos que veían en el cielo –pienso - . La cantidad de agua es bestial, ¿será la gota fría me pregunto?, tengo que salir, son casi la una de la mañana, me están esperando, cojo mi coche y según avanzo empiezo a ver ríos en lugar de calles, alcantarillas reventadas, gente corriendo histérica…empiezo a tener mucho miedo, quiero retroceder pero está todo inundado, el agua llega por encima de las ruedas del coche, quiero ir por una avenida y está cortada, me dice la policía que hay mas de medio metro de agua…

Coches de policía por aquí y por allá, sirenas…,tengo miedo, ya no pienso en el pasado, ni en el olor a tierra mojada, ni en aquella ermita de mi infancia, solo pienso: - seré gilipollas, ¿quién me manda a mi salir casa?-.Ni siquiera me consuela saber de la leyes de Faraday, esas no valen para que el agua no te coma, pienso…

Cuando al fin consigo volver a casa, dos horas después, mi aspecto es lamentable, mi vestido chorrea, mis sandalias de piel están destrozadas, mis piernas llenas de barro y mi alma empapada…

Blondie


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