20 de julio de 2010

Blondie Urbana: Azules


AZULES (Vitoria)
Fotografía tomada por Párpados Entornados a finales de junio de 2010


Si hay algo que me chifla en Vitoria es Azules metido en pleno parque, un bar muy silencioso en invierno, con buena música y a un volumen justo, con ese volumen que apetece en ese momento, ni alto ni bajo...

Cualquier mañana de cualquier día laborable de invierno es una delicia tomar allí algo en pleno parque de La Florida. Entras en el bar lleno de cristaleras y disfrutas del paisaje frío que hay afuera, viendo verde, árboles y con el quiosco de música frente a ti a lo lejos, con ese maravilloso quiosco de música en el que yo me he sentido Peggy Sue subiendo a él...


Azules es un bar negro, negro por naturaleza, dentro todo es negro, los ceniceros, las servilletas, las barandillas, los asientos, las mesas y las camareras, todo es negro, sí, pero un negro especial, luminoso, vivo, lleno de luz. Un negro muy hermoso. En verano la cosa cambia por aquello de la terracita, una lástima…


Recuerdo que un día hace ya tiempo, una mañana de esas frías de invierno, yo estaba allí sola, desayunaba y tenía mi portátil en la mesa con wifi, recuerdo que solo había en el bar un tipo enfrente de mi, un roquero cincuentón con una pinta especial, diferente y recuerdo que escribí algo sobre él, una bella descripción que jamás publiqué y se perdió en el olvido...

Pero eso es lo de menos, lo realmente importante es la sensación que quedó en mi de esa experiencia vivida en soledad, la imagen de ese roquero quedó grabada a fuego en mis retinas, tanto que aún hoy en día tan solo tengo que cerrar los ojos y le estoy viendo allí, enjuto, delgado, canoso, tatuado y con sus lóbulos, su nariz, sus cejas y sus labios taladrados y llenos piercing. Era un desconocido, alguien que no cruzó ni una sola palabra conmigo pero que consiguió arrancar de mis dedos una bella descripción de ese momento...


Lástima que no pueda publicarlo en mi diván, ya que fue un relato improvisado sobre la marcha, en la pantallita del Messenger de alguien con quien hablaba. Empecé a contarle lo que estaba viendo y salió un escrito que le regalé, un relato que quedó en sus logs y que probablemente habrá tirado a su papelera de reciclaje después de darme las gracias por ese bello regalo. Cortesía ante todo.


En verano, Azules se llena de gente alborotadora y chillona, de niños y perros que rompen el silencio y la magia del invierno en ese bar, una lástima…

Si pasas por Vitoria y te sobra un rato no dejes de pasar por Azules a tomarte algo, pero eso sí, ya sabes, en invierno, entre semana y a eso de las diez y media. Tienes asegurada la magia, el silencio y esa sensación de sentirte demasiado bien…

Si pasas a esa hora cualquier día de esos mira en su interior porque puede que me encuentres allí en un rinconcito. Las casualidades existen…


Nuestras gracias más encarecidas a nuestro reportero Párpados Entornados por su interés y su esfuerzo haciendo esta fotografía para nuestro diván, del loko por supuesto…



Blondie

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