6 de mayo de 2011

Dos Hombres Para Gala


A las doce y cinco de su reloj de pulsera abrió los ojos, aunque en realidad eran las once y cuarenta y tres, pero siempre llevaba el reloj adelantado para no llegar tarde y aún así nunca conseguía ser puntual ya que se confiaba en ese adelanto intencionado y se le echaba siempre la hora encima. Había dormido demasiado esa mañana, no era costumbre en él dormir tanto, pero el cansancio se había apoderado de su cuerpo, llevaba demasiados días pensando y dándole vueltas a lo mismo y eso agota y precisamente eso era lo que le sucedía a él, que se sentía cansado, demasiado cansado como para levantarse pronto, además ¿para que lo iba a hacer?, si ella ya no estaba…

Él pensaba que tenía toda la razón, que estaba cargado de razones y que era ella la que se había portado mal, la que le había puesto en entredicho, la que había dado por hecho que las cosas habían sucedido tal y como ella pensaba o tal y como a ella le contaron, pero se equivocaba…

Ella le había entregado su sinceridad, a medias, de acuerdo, había muchas cosas que había omitido, no por falta de ganas de contárselas sino porque consideraba que eran demasiado suyas, pero aún así había sido muy abierta con él y le había regalado un voto de confianza y eso no sabe ella aún muy bien si él supo apreciarlo.

A las doce y cinco del despertador de su mesilla otro hombre abría los ojos en otro lugar, sus pensamientos eran para Gala, pero Gala no estaba junto a él.

Gala ya no existía, se había volatilizado, su esencia había impregnado las vidas de los dos pero ella se había marchado, dejando tras de si, su olor, su energía y su inquietante mirada.

Al final tan solo era eso, una mujer que se había perdido, que ya no existía, al final, sí, tan solo era eso, una mujer para olvidar, una musa sin inspirar, un sueño equivocado, una caricia fugaz, un buen título para una novela. Dos hombres para Gala.

Blondie

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