25 de noviembre de 2010

Citadel of salah al-din



Tenía muchas ganas de ir a esa mezquita, admirarla por dentro, ver con mis propios ojos que toda ella entera es de alabastro, mirar las lámparas de aceite encendidas, ver la tumba de Mohamed Alí. Por eso el día que en El Cairo me dijeron: para ir tienes que taparte porque allí no dejan pasar sin manga larga a ninguna mujer, solo a los hombres así que yo fui muy obediente y me puse pantalones y manga larga, lo que fuese con tal de ver la mezquita a pesar del calor…¿Descalza?, ¡pues descalza! Y me llevé unos calcetines para no tener que pisar la moqueta con mis pies, igual ni pasan la aspiradora, pensé…

Y allí me plantifiqué yo toda obediente y toda tapada, pero cual sería mi sorpresa que no me dejaban pasar, ¿por qué?, pregunté extrañada, si llevo pantalón largo y chaqueta de manga larga…Pues no me dejaban pasar porque mis vaqueros eran rotos y decían que por los rotos se veía carne, así que no me quedó otra que ponerme un pañuelo a modo de falda por encima y a pesar de pensar que era una exageración cumplí con las instrucciones a rajatabla, por dos motivos, uno porque tenía muy claro que quería ver esa mezquita y el otro porque yo para eso soy muy respetuosa y si estoy en Egipto y sus costumbres son esas, yo las respeto, pero sin poder evitar preguntarme a mi misma, ¿si yo respeto sus tradiciones, me descalzo, me tapo y me retapo, porqué no hacen ellos lo mismo aquí con el burka y van a nuestros institutos a cara descubierta?

He aquí la prueba de lo que digo…Tapada y retapada…

Blondie

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