27 de octubre de 2010

El Tiempo


Las ruedas de caucho el autobús me alejan a velocidad de crucero de un amor imposible. Nuestras pieles se acarician, se atraen, están imantadas. Nuestras bocas se buscan desesperadamente, se gustan, se saborean. El tiempo nos acompaña, llena nuestras pieles de marcas vividas, llena nuestros rostros de surcos que muestran al mundo nuestras tristezas y nuestras alegrías, es el paso del tiempo, esas arrugas al principio imperceptibles y mas tarde profundas que indican que hemos vivido intensamente el dolor y la alegría. El tiempo nos unió un día y será el propio tiempo quien se encargue de separarnos…

Es implacable, no sabe de esperas, tan solo te regala sus segundos, sus minutos, sus horas para que tu los vivas, pero nunca se detiene, no te da una tregua, deja que pasees por él sin pararse, dejando en tus ojos, miradas llenitas de ayer, como Penélope, miradas de sufrimientos pasados, de amores pasados, de carencias y de ausencias, miradas de instantes alegres vividos, que iluminan por un instante tus ojos cuando piensas o hablas de ellos…

El tiempo es así pues, implacable y a cada uno le toca vivir el suyo. No existen máquinas para volver al pasado, para quitarte unos años y amar por ejemplo a alguien que cuando tú correteabas aún ni había nacido. El tiempo es así, implacable…

Blondie

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