Por querer quiero…Por querer lo quiero todo…
Hasta que sea capaz de encontrar un buen reproductor para mi diván no me queda otra que colgarlo en youtube, pero como quiero cantar en mi diván, del loko por supuesto...pues de momento es lo que hay, en finS...
Canta Bob Azzam
maliZia Kiss chapurrea trocitos
Canción: Mustaphá
Recuerdo mis viajes a Marruecos, recuerdo Ketama la persecución implacable para venderme costo y la cobardía de los moros cuando te enfrentas a ellos cara a cara. Yo lo hice con una barra de hierro en una oscura carretera en un monte de Ketama al anochecer y retrocedieron asustados, recuerdo que mi adrenalina hizo que casi los matara. Siempre fui una miedica valiente… Recuerdo un morito afrancesado que me birló un beso de mis labios en su casa de la Kasbah de Argel, son recuerdos tontos que vienen a mi mente hoy al escuchar Mustaphá de Bob Azzam, recuerdo el desierto y sus dunas de arena y el amanecer de Marrakech, ese amanecer…
Quiero bajarme al moro, me apetece volver a caminar por Casablanca, llenarme de las ruinas de Timgad, cruzar de nuevo el puente de Constantine viendo esos ojos de intenso color verde de los moros altos y rubios. Que fácil ¿no?, voy, escucho a Bob Azzam y a revivir lo vivido con unos intensos deseos de volverlo a vivir…Quiero recorrer de nuevo esos caminos durante kilómetros y kilómetros en tierra de nadie, en ese lugar donde ya nadie hay más que las alimañas, con un bidón de 50 litros de gasolina en mi maletero, tabaco y agua, mucha agua…
Quiero fumar una pipa de kifi y ver a los encantadores de serpientes encantándome con su magia en la plaza de Jamaa el Fna. Quiero volver a África, adentrarme en su interior y volver a oler sus cueros, volver a untar mis manos de henna y también mis pies para poder andar descalza sin dañarlos y perfilar con un palito mis ojos con kool negro brillante para darle profundidad a mi mirada...
Quiero ir a un antro en Mararkech y bailar con un pañuelo tintineante de monedas en mi cintura, comer cuscús y tomar té Morocco, quiero ser mujer de un harén por un día y pasar un día con las hilanderas de Rabat y aprender su oficio de tejer alfombras recordando cuando pacientemente me lo enseñaron y admirar las casas blancas de Argel, quiero volver a ponerme una chilaba, pisar una mezquita descalza y escuchar al amanecer el canto del despertar, quiero conocer a Driss, el amigo de mi amiga y reírme con ellos…
Quiero ir rodeada de morillos por las calles admirando su astucia y perspicacia. Me encanta recordar en este instante todas esas cosas y muchas otras, quiero montar de nuevo en camello y subir a ese monte perdido en Argelia y saltar de alegría encontrando geodas, al igual que las cogí en su día feliz por mi maravilloso hallazgo. Me apetece montar de nuevo en aquella fuera borda de ese moro de cara de pocos amigos que me llevaba a un trocito de España dentro de África, después de suplicarle y suplicarle que me llevara por unos cuantos dirhams a un peñón perdido en el meditarranee al que yo me había empeñado en ir, me gustaría encontrarme de nuevo con ese Jeque Árabe, enjuto, delgado, con una clase fascinante, vestido con una chilaba de un blanco impoluto y un turbante en su pelo, escribiendo erguido en su mesa con su pluma de oro en un café de Túnez, le hablaría, le pediría que me mostrase su maravillosa caligrafía, esa escritura árabe tan hermosa, quiero hacer todo eso y muchas más cosas, muchísimas más… ¿Es mucho pedir tío?
Blondie
maliZia Kiss chapurrea trocitos
Canción: Mustaphá
Recuerdo mis viajes a Marruecos, recuerdo Ketama la persecución implacable para venderme costo y la cobardía de los moros cuando te enfrentas a ellos cara a cara. Yo lo hice con una barra de hierro en una oscura carretera en un monte de Ketama al anochecer y retrocedieron asustados, recuerdo que mi adrenalina hizo que casi los matara. Siempre fui una miedica valiente… Recuerdo un morito afrancesado que me birló un beso de mis labios en su casa de la Kasbah de Argel, son recuerdos tontos que vienen a mi mente hoy al escuchar Mustaphá de Bob Azzam, recuerdo el desierto y sus dunas de arena y el amanecer de Marrakech, ese amanecer…
Quiero bajarme al moro, me apetece volver a caminar por Casablanca, llenarme de las ruinas de Timgad, cruzar de nuevo el puente de Constantine viendo esos ojos de intenso color verde de los moros altos y rubios. Que fácil ¿no?, voy, escucho a Bob Azzam y a revivir lo vivido con unos intensos deseos de volverlo a vivir…Quiero recorrer de nuevo esos caminos durante kilómetros y kilómetros en tierra de nadie, en ese lugar donde ya nadie hay más que las alimañas, con un bidón de 50 litros de gasolina en mi maletero, tabaco y agua, mucha agua…
Quiero fumar una pipa de kifi y ver a los encantadores de serpientes encantándome con su magia en la plaza de Jamaa el Fna. Quiero volver a África, adentrarme en su interior y volver a oler sus cueros, volver a untar mis manos de henna y también mis pies para poder andar descalza sin dañarlos y perfilar con un palito mis ojos con kool negro brillante para darle profundidad a mi mirada...
Quiero ir a un antro en Mararkech y bailar con un pañuelo tintineante de monedas en mi cintura, comer cuscús y tomar té Morocco, quiero ser mujer de un harén por un día y pasar un día con las hilanderas de Rabat y aprender su oficio de tejer alfombras recordando cuando pacientemente me lo enseñaron y admirar las casas blancas de Argel, quiero volver a ponerme una chilaba, pisar una mezquita descalza y escuchar al amanecer el canto del despertar, quiero conocer a Driss, el amigo de mi amiga y reírme con ellos…
Quiero ir rodeada de morillos por las calles admirando su astucia y perspicacia. Me encanta recordar en este instante todas esas cosas y muchas otras, quiero montar de nuevo en camello y subir a ese monte perdido en Argelia y saltar de alegría encontrando geodas, al igual que las cogí en su día feliz por mi maravilloso hallazgo. Me apetece montar de nuevo en aquella fuera borda de ese moro de cara de pocos amigos que me llevaba a un trocito de España dentro de África, después de suplicarle y suplicarle que me llevara por unos cuantos dirhams a un peñón perdido en el meditarranee al que yo me había empeñado en ir, me gustaría encontrarme de nuevo con ese Jeque Árabe, enjuto, delgado, con una clase fascinante, vestido con una chilaba de un blanco impoluto y un turbante en su pelo, escribiendo erguido en su mesa con su pluma de oro en un café de Túnez, le hablaría, le pediría que me mostrase su maravillosa caligrafía, esa escritura árabe tan hermosa, quiero hacer todo eso y muchas más cosas, muchísimas más… ¿Es mucho pedir tío?
Blondie