26 de octubre de 2009

El Reino de Virtux - Capítulo 1º

Reino de Virtux

Érase una vez un mundo irreal llamado Virtux, en el que sus habitantes campaban libremente creyéndose a salvo de sus tropelías.

Virtux era un lugar muy bello lleno de luces y de sombras, de dragones, murciélagos y serpientes, de lunas, de soles y de ríos inmensamente largos y profundos por los que navegar. Era un lugar de miedo y de cobijo, de muerte, de vida, de nostalgias, de risas, de tristezas y penurias, un lugar en el que jamas dejabas de aprender. Un lugar en el que había hasta vampiros chupadores de energía, un lugar en definitiva al que querías y temías ir, pero ibas...

Virtux era pues El Lugar, con mayúsculas, ese sitio al que todos pregrinaban. En Virtux había un hermoso castillo llamado Gooooglix donde habitaba Sabiduría, siendo visita obligada de todo aquel que se preciase, ya fuese ciudadano de Virtux o simplemente un visitante ocasional de la ciudad del reino, para rendirle honores y admirarla tal y como Sabiduría merecía.

Bordix
Virtux era pues un lugar inigualable capaz por si mismo de satisfacer los deseos más recónditos de cualquier corazón que le visitase, pero Virtux era también la ciudad sin ley y en él se movía lo peor de lo peor sin obtener castigo por sus fechorías, por lo que la cosa degeneró en que cualquier mindinguis por insignificante que fuese, se creyese con derecho a gritar a los cuatro vientos lo que se le antojase pensando que estaba a salvo y la situación empezó a ponerse más que fea...

En Virtux convivían varias razas, los autóctonos de ese lugar, gentes feas y de narices prominentes que habían salido de las entrañas de la tierra de Virtux y forasteros venidos de otros mundos buscando un lugar para su descanso, gentes buenas, amantes de la literatura, de la épica y de la lírica provenzal, gentes que gustaban erigirse en trovadores y cantar a los cuatro vientos su amor cortés, que no era sino un amor medido y civilizado que los trovadores cantaban, no porque estuviesen enamorados, sino mas bien porque gustaban de jugar a los amores.

Pero como las fechorías aumentaban y los pobres trovadores cada vez se encontraban con mas putrefactas manifestaciones por parte de los oriundos de Virtux, protestaron enérgicamente y ayudados por sus amigos los juglares pidieron por cada plaza de cada pueblo del reino de Virtux que pasaron, que Sabiduría convocase elecciones con urgencia con el fin de poder vivir en paz y en armonía, por lo que no le quedó mas remedio, ante tal masificada insistencia, que convocar urgentemente esas elecciones democráticas para buscar el candidato idóneo que fuese capaz de llevar a Virtux a buen puerto.


(derecha Azuzaenia y Leges Equanimix)
Pero las cosas no salieron como todos esperaban ya que por mayoría absoluta salió elegido Bordix, un ciudadano censado de Virtux, que no pagaba sus impuestos y sus diez mandamientos se reducían a uno solo, el de joder por joder, por lo que a partir de tomar asiento en su sillón presidencial, pensó que su poder era inmenso y se dedicó a utilizar los bandos del reino, amparado por su cetro, para manifestar sus pensamientos, que en el fondo a nadie interesaban, pero que él insistía e insistía en informarlos, creyéndose en posesión de una información privilegiada y convirtiéndose en portador de su gran mentirosa verdad, que vendía con descarada desfachatez.

Azuzaenia, una cándida trovadora, amante de los amores y la poesía tanto oral como escrita, al observar semejante desatino pensó que había que hacer algo con premura para darle un buen escarmiento a Bordix y corrió a los brazos de Leges Equanimix, un hermoso trovador enamorado profundamente de Azuzaenia desde los tiempos mas remotos, le contó sus desasosiegos vividos en el reino de Virtux, los desatinos de Bordix y los constantes ataques de sus eunucos y miembros de su camarilla y fue así como ambos urdieron un maquiavélico plan…

Continuará…


Blondie

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