27 de marzo de 2009

Recuerda...


Después de cinco semanas en un hospital y veintiún días en coma, Alejandra había vuelto a casa. Eso es al menos lo que le dijeron, que esa era su casa aunque ella no la recordaba…

No podía recordar nada, su mente era una inmensa goma de borrar, que había borrado, valga la redundancia, absolutamente todo.

Cuando llegaron, ese señor que la sacó del hospital y la llevó a la casa en coche, al llegar, la condujo hacia una habitación y abriendo la puerta le dijo: Alejandra esta es tu casa y nuestra habitación, hurga en los cajones tócalo todo, ponte lo que quieras, quizás eso te haga recordar…

Recuerda Alejandra, recuerda…

Pero Alejandra no recordaba nada…. Abrió uno de los cajones de una cómoda con sumo cuidado y vio un montón de collares de perlas amontonados en el fondo, cogiéndolos con las dos manos los acerco a su rostro y lo sumergió en ellos ahogando sus lágrimas. No recordaba nada, nada….

El señor la trataba con dulzura, la acariciaba y la besaba suavemente en el cuello cada poco rato, pero Alejandra ni se inmutaba. Estaba demasiado confusa como para oponer resistencia, tenía la convicción de que cada palabra, cada gesto, cada caricia podría ser el detonante para recuperar su memoria y se dejaba hacer…

Durante la comida estuvo muy callada, en realidad tenía poco que decir, tan solo necesitaba gritar ¿quien soy, de donde vengo, qué hago aquí?, pero su garganta no emitía sonido alguno… Después del postre Alejandra esperó en su silla hasta que ese señor la tomó dulcemente por la cintura y la acompañó a la habitación. Cuando cerró la puerta y la dejó sola para que descansase, volvió a mirar en los cajones y encontró un cuaderno de espiral, estaba escrito y lleno de bellos dibujos. Comenzó a leerlo…

Según avanzaba en su lectura se estaba dando cuenta que estaba escrito por una mujer muy enamorada, ¿y que es el amor? – se preguntaba-, porque ella no sentía amor, ni siquiera recordaba lo que se sentía cuando se estaba enamorada, ni lo que era el amor. Solo sentía ausencia y vacío, mucho vacío…

Parecía que todos los dioses se hubiesen confabulado contra ella para hacerle olvidar algo porque cuanto más leía menos identificada se sentía con la dueña de esos escritos que según le había dicho ese señor eran obra suya.

Y así pasaron varios días entre comidas y siestas en la habitación leyendo con avidez la libretita, pero sin recordar nada…

El señor que tanto la mimaba era bastante guapo y joven y además tenía cara de buena persona por lo que poco a poco el temor que le inspiraba los primeros días se fue difuminando y dando paso a una sensación placentera de protección. A su lado se sentía cada día más a salvo, pero no podía recordar si le había amado…

En algunos momentos el pánico se apoderaba de ella sobre todo cuando venían a visitarla y le hablaban como si la conociesen de toda la vida, En esos momentos sentía que su cabeza se iba a hacer mil pedacitos estallando y pensaba que iba a volverse loca, pero después de esa agitación venía una calma extraña que la dejaba tan exhausta, que no podía ni articular palabra, ¿para que?-pensaba- ¿quién va a creerme? y se replegaba en su mundo de vacío y soledad en que tan solo ella tenía la llave, un mundo de ausencias y desconsuelo, de impotencia y rabia, un mundo sin habitantes…

Blondie

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