16 de marzo de 2009

Enfermedad Crónica

Hacia días que el sol estaba escondido, no aparecía ni por un resquicio de su ciudad, vivía en la penumbra durante todo el día y tan solo disfrutaba de la luz cuando anochecía y salía esa luna llena tan descarada que con su luz iluminaba todo, hasta su maltrecha alma.
Pasaban los días y no avanzaba, se encontraba exactamente igual que el primer día o incluso tal vez peor, los ataques de ansiedad se sucedían uno tras otro, sin descanso, apenas si tenía tiempo para recuperarse de uno cuando el siguiente venía sin avisar. A veces pensaba que se iba a volver loco durante uno de esos ataques y tenía mucho miedo, cuando cesaba el ataque se quedaba sin fuerzas y la tristeza hacía mella en él de tal manera que las lágrimas se deslizaban por su mejillas sin apenas darse cuenta y no hacía nada por contenerlas, sentía que llorar aunque le dejaba con menos fuerzas, le limpiaba todo aquel malestar que sentía en su interior.

Los médicos no daban una solución para su mal, era ya como algo crónico, con altibajos y tan solo sabían recetarle pastillas y más pastillas, de las que ellos argumentaban que eran como pócimas mágicas, pero esas pastillas no curaban su alma y a pesar de tener sus cuerpo mas controlado y mas sereno, cuando su alma chillaba y protestaba de nada servía la medicación para calmarle y otra vez vuelta a ese maldito ataque de ansiedad, que fragmentaba su mente, que afloraba tan devastador y con una fuerza tal que parecía que se iba a llevar con él su vida, aunque eso luego nunca pasaba, nunca se moría…
Nunca se moría porque ya se sentía muerto en vida…

¿Cuándo aprenderá que los matasanos no curan el alma?, que su alma solo puede curársela él?

Bueno tendrá que empezar por corregir errores, esos errores garrafales que enferman el espíritu y desquician el alma…el resto, la curación vendrá después sola…

Blondie

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