19 de mayo de 2012

YO

maliZia kiss abril 2012

Nunca me he considerado ni mejor ni peor que los demás, pero de tener que considerarme algo siempre he tenido tendencia a considerarme peor, no porque sea más mala, sino porque siempre los demás me parecen mejor, más guapos, más inteligentes, más listos, más altos, más delgados y más locuaces que yo. Y no puedo evitar admirarles e incluso silenciosamente desear parecerme a ellos.

Siempre pensé que lo que yo hago vale muy poco, que carece de valor, que sé hacer muy pocas cosas y esas pocas cosas las medio hago, no soy capaz tan siquiera de pulirlas. Así soy yo, una niña metida en el vestido de una mujer, que quiere cantar y berrea, que quiere escribir y garabatea, una mujer que tal vez ni sepa amar o si sabe se lo guarda dentro, muy dentro y le cuesta mostrarlo, sí, una mujer que le cuesta ser cariñosa, que no le gusta ser besucona, ni melosa, áspera más bien podríamos decir que soy yo.

Una mujer áspera que mira al mundo con una niña dentro. Una niña que besa, acaricia, ama, siente, sufre, llora, canta y ríe, con una niña dentro que no entiende las injusticias y le duelen, que no acepta que la gente sea egoísta e interesada, que no entiende eso de recibir sin dar o viceversa. Una niña pequeña que espera tal vez demasiado de la vida.

Pero el traje de mujer me salva, me hace dura e implacable, radical en mis decisiones y dura, muy dura, tal vez demasiado…

Hace unos días alguien me regaló, copiado de su puño y letra en un folio reciclado, esta frase de El Principito:

“A los mayores les gustan las cifras cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar:
¿Qué tono tiene su voz?
¿Qué juegos prefiere?
O, ¿le gusta coleccionar mariposas?

Nosotros no comprendemos la vida
Nos burlamos de los números”

Quien me dio esa frase me conoce muy bien, sabe que yo soy una niña y me pide que jamás deje de serlo, porque me quiere así, como soy, con la niña que hay en mí.

Blondie

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