Quitapenas
Con la mano temblorosa miro fijamente el inmaculado folio preguntándome el porqué de todo. Intento meterme en su piel por un instante sin conseguirlo, un montón de ideas agolpadas aturden mi cerebro sin acertar a determinarlas.
Las bombillas amarillentas de las farolas iluminan tenuemente la calle vacía y silenciosa. Hace frío y las almas penitentes están congeladas, cada una sufre de su propia miseria y ni tienen ni tiempo ni ganas de ocuparse de las penas de las otras.
Con voz trémula pregunta el camino para escapar del infierno, pero no obtiene respuesta alguna. Tendrá que encontrar él solo el camino, si es que las fuerzas le acompañan. Nadie va a ayudarle, ha herido demasiado y se agotó el mercurocromo en todas las farmacias. Está en deuda y debe de pagar por ello, con la verdad, esa es su penitencia, su dura y triste penitencia enfrentarse a la verdad…
Camino por la calle hacia delante, en mi puño derecho llevo apretado fuerte un quitapenas a pesar de no ser guatemalteca, no me vuelvo a mirar la miserias que van quedando tras de mi, allá las almas, allá las penitencias, allá unos y otros, allá penas…
Blondie