15 de noviembre de 2011

Oigame Compadre



No puedes dormir, algo oprime tu garganta, pasas las horas en vela y buscas eso que no puedes hallar, necesitas respirar. Ya no hay marcha atrás y lo sabes y eso te desespera. Cuando bebes te pones fatal, el vino llueve por tus ojos en lágrimas rojizas, emborrachan tus ojos y nublan tu mirada, no te deja pensar con claridad y además no quieres hacerlo porque odias pensar porque sabes que te hace daño. Das una y mil piruetas sobre ti mismo buscando esa respuesta que no encuentras y dejas que el vino siga regando tu dañado corazón hasta caer desmayado, hasta olvidar ese dolor que te atenaza, que no te deja dormir, que no te deja vivir…

A la mañana siguiente te duele la cabeza y te sientes una piltrafa y el miedo se apodera de ti, la resaca convierte tus miedos en realidad y no quieres levantarte, tienes miedo de asomarte al mundo sobrio y ver como has equivocado tu vida y tan solo deseas que pase rápido el tiempo y llegue la noche para refugiarte en tu botella, en tus fantasías sexuales que no te satisfacen, y buscas de nuevo donde apagar tu dolor, donde dejar de pensar, donde quitarte ese peso que te oprime, esa culpabilidad de no ser valiente, de no mirar sobrio unos ojos y enfrentarte a ellos.

Eres un pobre y triste borracho de tu propia penuria y lo sabes, quieres soltar la botella pero no puedes, tiemblas, temes sentirte descubierto y que el mundo entero sepa tus debilidades, tus extraños vicios. Pasas la semana como puedes, cabizbajo, huraño, mirando al suelo, fingiendo una estabilidad de la que careces, aguantando el tipo ante los sobrios esperando que tu ansiado viernes llegue pronto para volver a ella, a tu botella, a la única compañía femenina que no te increpa, que no te obliga a soltar tus sentimientos, que tan solo te aturde y te lleva a ese lugar que a ti te gusta porque te impide pensar… A ese lugar donde tu cobardía te hace sentir cómodo.


Eso te pasa por amarla y creer que es demasiado, nunca es demasiado lo que se ama, nunca, y cuando estas borracho corres a ella, la buscas, sí, la buscas por todas partes, por ríos y mares y montañas y lagos, por las estrellas y los vientos, por las lunas, por los soles, por las calles que sabes que ella no pisa, la embriaguez te permite gritar su nombre, gritarle cuanto la necesitas, pero ella no está, ella ya no está…

Blondie

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