El Tiro
El agujero del pecho era profundo, si te acercabas y mirabas podías ver el interior que era oscuro e inquietante. La camiseta estaba raída y descolorida y aunque algún día fue negra ahora era grisácea. Las fibras del algodón colgaban del agujero recordando la vejez, la talla era amplia, grande, deslavazada. Reposaba sobre el pecho dejando intuir la delgadez del cuerpo que la llevaba o el cuerpo parecía delgado ante semejante talla. El tiro fue certero, directo al corazón, lo dejó destrozado, hecho añicos.
Zelma miró a su alrededor y al saberse sola, miró nuevamente hacía el interior de su pecho para intentar repararlo, sacó detergente en polvo para lavarlo, para blanquearlo pero no conseguía espuma ni el objetivo deseado y desistió rápidamente. Seguía negro.
Buscó y rebuscó en los laterales del destrozado corazón intentando ver algún indicio de sus alegrías con que tejer el enorme agujero, pero el tiro provenía de una recortada y había destrozado todo lo que lo rodeaba, sus alegrías estaban fulminadas.. Por ese camino no iba a ninguna parte, no encontraría la belleza que antaño tenía, ni podría hacer uso de ella para paliar la herida. Iba por mal camino.
El espectáculo era dantesco. Zelma no quería mostrar ese agujero pero no disponía tan siquiera de un harapo con que taparlo. Estaba desolada.
Pasó un mendigo a su lado y hurgó en el agujero buscando un poco de alimento, pero retrocedió asustado al ver el negror que emanaba, el inmenso dolor que se palpaba. Salió despavorido de allí y nunca mas volvió.
Zelma metió en él su mirada, oteando, buscando un resquicio de esperanza, pero cuanto mas metía la cabeza mas oscuro estaba, aún así continuó su viaje al fondo del maldito agujero, quería verlo completo.
Los hilos colgaban inertes y ensangrentados. Sin vida. Formaban un espesa cortina de sangre dolor y lágrimas, infranqueable. No había paso para su mirada, solo obstáculos.
Desistió de su expedición por el agujero, miró hacía arriba y se fijo en otro agujero, el de la garganta, se metió en él y se coló por la traquea. El camino era angosto, pero avanzaba y continuó el sinuoso camino. Al fin llegó a la parte trasera del maldito agujero y vio que aunque no estaba intacto, tenía muchos rincones hermosos, había luz y color, fantasía y sueños realizados y amor, muchísimo amor. Era un lugar hermoso, se sentía paz paseando por ese lugar, paz y mucha ternura. Zelma disfrutó mucho de ese paseo, recorrió ese lugar varias veces extasiada, recordando cuando todo era bello, cuando no estaba dañado, hasta lo fotografió para no olvidarlo.
Buscó allí alguien que pudiese ayudarla a reparar el maldito agujero y encontró ayuda, pero era escasa, no tenían fuerza o no disponían de las herramientas adecuadas y pronto comprendió que sería un trabajo arduo e inútil, demasiado fatigante.
Se desesperó, gritó y chilló todo lo que supo, se revolvió y lo golpeó con furia hasta que ya mas calmada comprendió que ella y tan solo ella era quien podía repararlo.
Salió por la traquea, se dirigió nuevamente al negror del agujero, lo limpió con sumo cuidado, lo desinfectó, le puso yodo para ayudarle a cicatrizar y se dispuso a cuidarlo ella sola, hasta que algún día sus cuidados y la luz del sol, consiguieran el milagro, el milagro de su completa curación…
Blondie
2 comentarios:
buen blog tia///sigue
iMpresionates Relatos malizia*^^
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