25 de marzo de 2008

Polvo de Viernes Santo

Azucena es polvo de viernes santo, nació hace treinta y cinco años aproximadamente, el día de navidad, entre champagne y turrones y tiene hambre de amor. Sí tenía y tiene hambre de amor. Cada mañana desayuna tristezas, come incertidumbres y cena carencias. Quiere comer pero no encuentra el bocado exquisito. A veces le parece que lo que va a comer está rico, pero en el último momento, cierra la boca y no come.
A veces intenta aderezarlo para que le entre por los ojos, pero aún así en el último momento encuentra alguna pega. Hasta un día se compró el libro de un famosísimo cocinero para intentar, paso a paso, cocinarlo todo tal y como él decía, siguiendo escrupulosamente sus instrucciones.
Pero al final el resultado fue el mismo: plato rico rico, pero sin ese algo que ella buscaba a pesar incluso de haberle dado su pequeño toque personal.

Azucena tiene el alma almidonada, tiesa y como el caparazón está tan duro por el almidón, no hay cabida para el amor que tanto ansía…

Azucena quiere gritar a veces, pero al final siempre calla. En ocasiones ha hipotecado su corazón a cambio de una mirada, de una posible certeza, pero al final el resultado ha sido malo. En el último instante se ha dado cuenta que el interés que debía de pagar era demasiado alto y liberaba la hipoteca, prefería tener su corazón libre de cargas.

Y así ha ido caminando por la vida, coqueteando con el amor, con un corazón sin deudas y un alma endurecida por el almidón, tiesa y apergaminada. Pero tiene hambre, tiene hambre de amor, aunque lo calla.

Siempre espera que eso cambie, aunque jamás lo dice, siempre cree que a la vuelta de cualquier esquina estará ese bocado, pero cuando vuelve la esquina solo encuentra desencanto, desolación y frío.

Se crió entre algodones, viendo satisfecho siempre su último capricho, nada sabía de carencias hasta que descubrió que tenía hambre y se perdió en la noche esperando encontrarlo y de tanto buscarlo olvidó que el amor no se busca, se encuentra, no se compra, se obtiene, no se exige, se tiene, no se inventa ni se imagina, se siente, se palpa…

Caminó por la vida esperando saborear ese manjar que jamás llegaba, hasta que un día entró en su vida Javi Torrefacto.

¿Azucena, porque no comes?, - le preguntó un buen dia Javi Torrefacto-, porqué no encuentro el bocado exquisito, le replicó Azucena, dándose cuenta que Javi Torrefacto acababa de perforar su almidonada alma…

Y a partir de ese día Azucena desayuna una ilusión, come una certeza y cena una realidad…

Blondie

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