16 de noviembre de 2007

El bueno de Nicanor



Nicanor no sabe de maldad. Desde muy pequeño cada día iba al monte con su rebaño de ovejas, primero con su padre y mas tarde, cuando murió, pues solo…

En el pueblo era muy querido y le trataban con comprensión porque el pobre no tiene muchas luces, decían de él...


Aunque Nicanor si tiene luces, el problema es que no entiende de la vida, pues toda su vida es el monte y las ovejas, y los ratos y ratos que pasa con ellas cada día, y las ovejas balan, no hablan, asi que no pueden decir lo listo que es a los del pueblo…no pueden contar que tiene luces…

Nicanor siempre soñó con saber que era eso, que no sabía que era exactamente lo que era, pero que le hacía sentir como unas corrientes eléctricas nerviosas cuando le pasaba. Era algo así como una especie de nervio que le entraba y que hacía que el tranco ese que tenía para mear se le pusiera duro, pero nunca sabía porque de repente se le ponía así y es que nunca nadie se lo explicaba...y eso que preguntaba…y preguntaba… y preguntaba...,pero siempre se reian y decían ¡ay que cosas tienes Nicanor¡, vamos que era la risa de todo aquel que lo escuchaba…

Y Nicanor, lejos de enfadarse, pues cuando sereían se quedaba muy desconcertado y volvía a cavilar y a cavilar...

Y así pasaba las horas Nicanor, en el monte día tras día preguntándose que sería eso… y cuando el tranco se le ponía duro, cavilaba y cavilaba intentando averiguar para que sería, porque cuando estaba así, pues no podía mear…

Probó a hacer el pino con el tranco, pero no le sujetaba…Lo intentó muchísimas veces pero se pegaba cada costalada que “pa que”, hasta que desistió de su intento y se rascaba la cabeza meditabundo, ¿para que servirá el tranco de mear así de duro, se preguntaba?, sin encontrar solución… Probó a usarlo de perchero para su garrota,pero entonces no podía atizar a las ovejas y además era agotador eso de llevarla colgada, después probó con su zamarra, cuando hacía calor y su tranco estaba duro colgaba allí su zamarra, pero con semejante perchero tenía que cargar con la zamarra de un lado para otro mientras pastaban sus ovejas y pensó que mejor era pues colgarla de la rama de cualquier árbol...

¿Para que servirá el tranco duro?- se preguntaba el bueno de Nicanor-, y volvía a cavilar…Así que ni corto ni perezoso colgó su campana, la campana esa del concello, que utiliza para juntar el rebaño, pero pesaba tanto que enseguida la tuvo que quitar, pues le hacía un daño horroroso, ¡que hasta le dejó una vez un buen moraton!, y tuvo pues que desistir de llevarla colgada, también colgó el zurrón, pero arrastraba por el suelo y se le ponía hecho un verdadero asco y también tuvo que desistir de colgarlo en el tranco duro…

Y así pasaban los días y los meses y los años para Nicanor y su tranco duro, entre dudas y más dudas, que nadie le resolvía y su tranco cada vez estaba más tiempo duro, tantas veces ya se le ponía duro, que hasta a veces despertaba alarmado con el tranco disparado hacia el techo de su cuartucho…

Lo del tranco duro, le traía loco al pobre de Nicanor, ¡es que ya no sabía ni que hacer para encontrarle alguna utilidad!, por mas y mas que cavilaba…

Un buen día, Lucera, la oveja descarriada, la mas revoltosa del rebaño, se le quedó rezagada y se le perdió…

Nicanor fue a buscarla con la garrota, indignado, y cuando al fin la encontró se puso furioso. ¡si vuelves a perderte te meteré la garrota por el culo!,- le gritó mientras la pobre descarriada le miraba con ojillos de cordero “degollao”…


Y fue entonces, solo entonces, cuando el bueno de Nicanor supo para que emplearía su tranco duro, en ese momento y en otros muchos momentos que después con sumo placer repitió…



Blondie

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