13 de diciembre de 2006

Su último examen

Como cada mañana se levantó y fue haciendo todo muy rápido, especialmente hoy ya que tenía bastante prisa, tenía que ir a clase y no podía llegar tarde bajo ningún concepto, hoy tenía un examen y había trabajado mucho para ello, pero se sentía satisfecho, lo llevaba muy bien preparado. Víctor estaba absolutamente convencido que aprobaría, estaba eufórico, muy seguro de si mismo, inmensamente satisfecho por el esfuerzo realizado y totalmente convencido de su éxito, lo tenía todo controlado, machacados todos los temas en profundidad, era consciente de lo que se jugaba, de lo importante que era para él ese examen, su último examen, el examen de la última asignatura de su carrera, después el título…

Cogió su coche con tiempo suficiente, no quería angustiarse con contratiempos de última hora, puso la radio para relajarse y arrancó…

Al llegar al cruce con la calle Alcalá, vio a lo lejos La Cibeles encintada de rojo sangre y multitud de personas alrededor de ella, parecía que estaban celebrando algo, pero no sabía exactamente que era,-tanto y tanto estudiar le habían dejado out , pensó- buscó nervioso emisoras de radio para enterarse que estaba sucediendo, pero nada…solo música y deportes…

Y así empezó a ponerse muy pero que muy nervioso, no sabiendo que sucedía ni si tenía arreglo pronto, si pudiese llegar hasta abajo-pensaba- estaría salvado, allí los coches circulaban bien…¡¡pero nada¡¡

Cada vez la circulación era mas lenta, mas agobiante, hasta que llegó un momento que se vio rodeado de coches por todas partes, no podía ni avanzar ni retroceder, estaba metido en una ratonera de humos ,cláxones y policías…¡que espanto, llegaría tarde a su examen¡, y allí se vio parado, acorralado y sin saber que hacer.

Estaba completamente parado, metido en su coche y comenzando a desesperarse, estaba empezando a sentirse mareado, incluso empezaba a dudar de los temas que llevaba tan bien aprendidos, sentía inseguridad e impotencia y así estaban las cosas hasta que miró a su derecha y vio a una mujer sentada en un banco, parecía ajena a todo, estaba muy cerca de él , - ya que su coche estaba parado junto a la acera, a la altura del Circulo de Bellas Artes - , estaba tan cerca que casi podía tocarla, tan solo les separaba una pequeña valla metálica de esas que ponen en las ciudades para impedir que las gentes crucen por algún determinado lugar, abrió la ventanilla y comenzó a mirarla, ella parecía muy serena, su mirada estaba baja, miraba a izquierda y derecha pero no de frente a él, Víctor quería ver sus ojos, pero no podía, ella no le miraba. Empezó a observar su cuerpo, era perfecto, realmente bello, tenía una postura erguida, sentada en ese banco, que le confería un aspecto entre elegante y sensual, sus piernas estaba cruzadas con elegancia, apoyadas en unos zapatos negros de tacón fino, las recorrió con su mirada lentamente hasta llegar a sus rodillas, donde descansaba una falda negra estrecha que impedía ver el resto, aunque no intuirlo... Su piel parecía suave a pesar de las medias color carne que las envolvían, continuó con la mirada hacia arriba hasta encontrarse con su cintura, sus manos descansaban cruzadas encima de su pubis, tenía la uñas largas y pintadas de rojo y de vez en cuando levantaba su brazo derecho para jugar una y otra vez con su pelo intentando que no cayese sobre su rostro, pero siempre con la mirada baja sin osar a mirarle ni por un instante a pesar de tener él su mirada fijamente clavada en ella.

Comenzó a sentir un deseo irrefrenable, un inmenso deseo de tocarla, de decirle todas esas cosas que jamás le había dicho a su chica cuando hacían el amor, ganas de amarla allí mismo de decirle todo lo sensual que le parecía, todo lo que estaba despertando en él ahora…Son los nervios pensó…

Era una sensación muy extraña, una especie de fijación, no podía dejar de mirarla, era como un imán, cuanto mas la miraba mas deseos sentía de seguir mirándola…

Cuando mas embelesado estaba observándola, ajeno a todo lo que le rodeaba, ella levantó la mirada un instante y le miró fijamente esbozándole una sonrisa, su mirada era hermosa y el color de sus ojos de un gris indefinido, bellísimo… jamás había visto un color así…

Le miró solo un instante y luego se levantó y se alejó del banco caminando. Víctor sintió una punzada de dolor, de angustia, quería verla de nuevo, hablar con ella, salió de su coche, abandonándolo y fue hacia abajo buscándola entre la multitud, necesitaba volver a ver esos ojos…al fin la vio al fondo, caminaba suave, sin apenas rozar el suelo pero muy deprisa, no podía alcanzarla y cada vez era mayor la angustia que le invadía, necesitaba ver esos ojos nuevamente….

Al llegar al fondo de la calle la vio, estaba cruzando Recoletos, la calle estaba desierta, no pasaban coches y ella caminaba tranquila por ese inmenso paso de cebra. Víctor apretó el paso, tropezó con varias personas que se le cruzaban y le proferían insultos, pero Víctor ajeno a todo, continuó casi corriendo tras ella, hasta alcanzarla, al fin estaba cerca, tan cerca que casi podía tocarla, jadeando aún por el esfuerzo la cogió fuertemente del brazo y la mujer se giró mostrándole a Víctor, que se quedó espantado, como ese rostro tan bello que él buscaba era un rostro horrendo, lleno de arrugas y con una mirada vidriosa, inyectados en sangre y con el globo ocular de un color amarillento viejo y una expresión marchita…

Luego todo sucedió tan rápido…Víctor se quedó paralizado, miró a su izquierda, quiso gritar pero el golpe ahogó su grito antes de emitirlo…luego vino la oscuridad…

El autobús nada pudo hacer, no pudo frenar, no pudo evitar atropellarle. Mientras levantaban su cadáver la gente comentaba y una señora decía, yo lo vi, yo vi como se lanzó a cruzar entre todos los coches, vi como se echaba encima del autobús, era como si quisiera que le atropellase, fue algo insólito, algo espeluznante, yo le grité pero no me escuchaba…¿como pudo cruzar entre tantos coches? era como si no viese la velocidad que llevaban…

Al fondo, en un lateral de Recoletos, cerca de ese cruce en un quiosco de prensa un hombre tosía y se ahogaba, le faltaba el aire, no podía respirar mientras una hermosa mujer de ojos grises le miraba sonriendo, el hombre quiso decirle lo bella que le parecía, lo que le gustaría hablar con ella, quiso decírselo pero no podía articular palabra, se estaba ahogando, se estaba muriendo, mientras la hermosa mujer de mirada gris no dejaba de mirarle y de sonreír…


Blondie



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es impresionante este relato jolines. Me ha gustado...pero al mismo tiempo ....me da como cosa.
La morte camina co i tacci alti, ese era el titulo de una pelicula......podria ser esta una escena.
ciao

Martxoso dijo...

Es un relato bello e inquietante...
Es... Ay dios! Es... como Blondie!!!!

ups...

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