7 de septiembre de 2009

Un Atardecer de Verano

maliZia kiss

Fue una tarde de verano, de luna anaranjada, redonda y grande, insultante, hermosa y muy descarada, de una belleza explosiva, un atardecer de verano caluroso de esos que al declinar el sol la luna nos visita de esta manera.

Su vestido blanco se pegaba a su cuerpo dibujándolo. Al caminar se movía marcando sus maneras, indicando la musicalidad de su cuerpo, el ritmo pausado de sus caderas. Sus sandalias de tiras azul añil acharoladas colgaban de una de su manos durante su paseo, sus pies descalzos pisaban la losa de la acera, un minúsculo bolsito colgaba de una larguísima cadena atravesada de su cuerpo y marcando sus senos. En el había metido con calzador el móvil, el tabaco, el mechero, las llaves, un par de billetes y unas cuantas monedas, no cabía nada más aunque tampoco lo necesitaba, el resto de las cosas que suelen llevar las mujeres en sus bolsos lo había dejado en casa.

El paseo de las estrellas era mudo testigo de lo que ella iba sintiendo, no podía escribirlo, no tenía boli, ni papel, tan solo podía grabar a fuego las imágenes en su retina y sus pensamientos en su ese rinconcito de su cerebro donde se guardan las sensaciones que no se quieren olvidar y que en realidad no hace ni falta escribirlas porque ya no se olvidan…

Cuando le vio a lo lejos se subió a su preciosas sandalias y comenzó a caminar contoneándose, con paso largo y cadencioso no por que quisiera resultar sexy o seductora sino mas bien para controlar su movimientos desde semejante altura ya que no quería dar un traspié, porque esas cosas a ella le daban mucha vergüenza eso de llevar una sandalias geniales y sentirse ridícula dando un tropezón, asi que continuó su paseo con cara de concentración, parecía que estuviese pensando en algo transcendental pero solo pensaba en sus sandalias…

Él estaba allí, habían acordado encontrarse al final del paseo, en ese punto en el que la luz de las farolas se extingue y tan solo continúa el camino, en ese lugar de luces y de sombras donde tan solo la luna ilumina y la civilización se va alejando lentamente a cada paso…

Y allí se encontraron, a la hora acordada, al verse se miraron, sonrieron al unísono y no les hizo falta decir nada, sus ojos eran dueños de todo el abecedario y lo utilizaron, dieron media vuelta cogidos de la mano y se fueron al Ribbs, pidieron la Burger Starr con doble queso, la de ella por supuesto muy pasada, una ración de patatas de luxe y dos vasos gigantes uno con cerveza y el otro con coca cola light, claro y fue allí donde ella pudo al fin quitarse de nuevo sus maravillosas sandalias acharoladas que tanto daño le hacían pero que tanto, tantísimo le gustaban…

Blondie

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