17 de septiembre de 2009

Va de Piratas...


Esta noche he soñado con piratas
¡Al abordaje!, gritaban…

Y yo luchaba como una valiente pirata…

¡ No nos vencerán!, les aniquilaremos,
decían
...
Y yo gritaba con ellos enfebrecida…

¡Todo a babor!, ¡todo a estribor!
Escuchaba…

Y yo escribía mientras todos dormian…


Va de Piratas...


El barco de Galina surcaba los mares embravecidos, no sabía de temores, se sentía la dueña de las aguas que la entendían y obedecían. La bandera pirata ondeaba en el asta mientras navegaba en busca de tesoros. Galina era tenaz y brava y luchaba sin descanso, tan solo dormitaba unas horas y volvía a la cubierta del Águila Dorada, que así se llamaba su nave, donde pasaba horas oteando el horizonte.


Su barco era insultantemente bello, la bandera pirata y la enorme aguila dorada eran su sello de presentación, la cubierta de madera y la barandilla brillaban a fuerza de limpiarla y limpiarla sus hombres. Galina quería que su barco reluciese como el oro y que fuese el mas bello jamás visto en los mares, sus hombres lo sabían muy bien y se encargaban de ello, pues sabían que si algo enfurecía a Galina era el ver su barco apagado, sin brillo.

En alguna ocasión que había sucedido, su furia había hecho estremecer a los mares y temblar a toda su tripulación. ¡Lo quiero todo reluciente! gritaba…Y todos limpiaban sin descanso día y noche hasta conseguir el brillo espejado que ella quería.


Galina no era hermosa. Sus facciones no eran delicadas, ni la belleza había anidado en su rostro, pero tenia un algo especial que hacía que todo mortal que la conociese cayese rendido a sus pies. Pensamos que tal vez era su fuerza, esa fuerza innata en ella desde su más tierna infancia, cuando su padre Geosio Malajeta la llevaba en el barco y le enseñaba el oficio de la piratería.

Cuando atracaban en puerto y ella salía a las tabernas, siempre dejaba tras de si varios enamorados dispuestos a morir por ella con tal de obtener sus favores, pero ella jamás se los concedía, pues su corazón era igual de hosco que su exterior y no entendía de amores ni de sensaciones, tan solo alimentaba su cuerpo de sexo cuando lo necesitaba y continuaba su camino en busca de tesoros.


Una mañana de abril lucharon hasta el desfallecimiento contra un navío, el enemigo les saltó a la cubierta aprovechando un descuido y los tripulantes del Aguila Dorada capitaneados por Galina se defendieron con uñas y dientes, arrasaron la nave enemiga sin piedad, se apoderaron de las joyas y los doblones de oro, echaron por la borda a los muertos y apresaron a los vivos encerrándolos en las bodegas. Después hundieron el cuerpo del delito, vieron como el mar se lo comía y sonriendo con esa sensación que solo se tiene cuando se ha logrado el objetivo, iniciaron nuevamente su travesía dejando atrás el horror y la muerte.

Pero Galina no sufría por ello, se trataba del enemigo y con el enemigo ninguna contemplacion, tan solo los fondos marinos para que fuesen pasto de los tiburones y así hizo, entregarlos a Neptuno. Era lo que Galina había aprendido de Geosio Malajeta desde pequeñita, a ser implacable, a lograr sus objetivos, a defenderse del enemigo y vencerle sin piedad. Galina era pacífica mientras respetasen su territorio, ella no obtenía sus botines robando, ni matando, tan solo navegaba y llevaba su barco a cuevas lejanas y pérdidas en los mares, donde encontraba tesoros abandonados, pero si la atacaban luchaba audazmente hasta la muerte si era necesario, ya que ella a nadie hacía mal y por tanto no aceptaba que se lo hiciesen.


En las bodegas estaban sus prisioneros amordazados, Galina bajó a visitarles, estaba dispuesta a llegar hasta donde fuese necesario con tal de que le explicasen el porque de semejante ataque que había costado la vida a parte de su tripulación. Cuando le vio allí estático entre todos ellos, inanimado y cabizbajo, le roconoció de inmediato y por un instante sintió compasión de él, al darse cuenta que era un enemigo de barro, pero no quería compadecerle, eso no...Después decidiría que hacer con él, algo se le ocurriría para darle su merecido, para darle un buen escarmiento. Cerró la puerta de la bodega con las roñosas cadenas, subió a cubierta y gritó mirando al cielo, ¡¡¡todo a babor!!!, quería cambiar el rumbo de estribor…

Blondie

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