Peluches
Me gustan los peluches, tengo mis peluches favoritos, esos que he conservado desde pequeñita y esos otros que he ido consiguiendo de diferentes maneras a lo largo del tiempo, regalados, comprados, encontrados... pero no conseguidos en la tómbola, porque alli, ¡ni uno!, nunca me toca… Aunque esto no es nuevo, siempre lo digo. Y luego esos peluches que he ido descubriendo en los baretos de las carreteras comarcales, esos que tienen allí tirados, medio olvidados y llenos de polvo, pero que cuando los pasas por la lavadora te das cuenta que son guapos, muy guapos… Pues sí, todos tienen nombre y todos me conocen muy bien, comparten conmigo todas las noches, mi coche y hasta mis cabreos. Son buenísimos y tienen muchísima paciencia conmigo…¡son unos santos los pobrecillos!, porque cuando me enfurezco dicen que dicen, que soy temible…Claro que yo de eso no me doy ni cuenta, debe de ser que lo que para mi es tener las ideas claras y defenderlas, para los demás es muy mal genio, ¡en fin!, que tienen muchísima paciencia conmigo, como ya dije.. y además pues son unos mimosotes achuchables y tiernos. ¡Me encantan!
Ayer vi un peluche horrendo, de esos que te dan miedo, que te espantas al ver su horrible mirada falsa y redonda de plástico duro, de esos que su pelaje es de lobo con piel de cordero, de esos que es mejor ni mirarlos, me puse a temblar como una gacela mirando el escaparte, pero entré y no pude evitar el comprarlo porque nada mas verlo tan cerca frente a mí en la tienda, supe como se llamaba, así que cargué con él y lo dejé tirado entre mis trastos viejos e inservibles, para no olvidarme cada vez que lo vea que jamás debo sacarle de allí bajo ningún concepto...
Blondie