25 de octubre de 2007

Hoy comen en casa....


Petra se había propuesto hacer hoy un plato exquisito, tenía invitados a comer y quería quedar super bien, asi que desde muy entrada la mañana se puso el mandil de gitana, ese de volantes blanco y negro que a ella tanto le gustaba y empezó a familiarizarse con todos los artilugios e ingredientes. Había decidido cocinar pausadamente, ya que era la única manera que encontraba para obtener un resultado perfecto.

A las nueve de la mañana ya estaba cociendo los huevos y cortando la ensalada para luego lavarla y centrifugarla, y es que una ensalada mojada, es asquerosa pensaba, mientras le daba a la manivela con fuerza y exprimía hasta la última gota de agua…después los ingredientes…queso, perdón quesos, porque había utilizado tres tipos, soja, jamón de York, de ese dulce y bueno…arroz blanco cocido, del de toda la vida, no del horror ese que llaman vaporizado…tomatitos “sherry”,..¿tomatitos?, oh no, mejor los cortaré y los pondré en una bandeja regados con aceite de oliva y perejil…alcaparras…¿por qué le gustaban tanto las alcaparras?, ¿sería algo froidiano?, -pensaba mientras las ponía en su “supermega” ensalada, que no aliñó-. Simplemente la meteré en la nevera, para que esté fresquita,-se dijo-, ya la aliñaré en el momento de sacarla…

¡Bien!, miró satisfecha su ensalada y se dispuso a preparar la carne, bueno en realidad era lomo, que no quería gastarse mucha pasta en el evento…Había comprado una gran pieza de lomo de cerdo fresco y ahora se disponía a dorarlo, muy muy doradito, hasta que se pusiera de un color marrón oscuro, como las puertas de casa de su madre…y así anduvo, rato y rato…dorando y dorando… y peleando con el aceite que salpicaba, para que no le dejara la mano a lunarcitos…. Cuando ya estaba marrón oscuro, oscuro, pero oscurísimo, añadió el inmenso vaso de zumo de naranja, con su pulpa y todo, acompañado de una cucharadita de azúcar…y bajó el gas al mínimo, para que cociese despacito y no se arrebatase la salsa y además así le daría tiempo a ducharse, porque a lo tonto a lo tonto ya eran casi la una y sus invitados vendrían a las dos y media…Si quería lavarse el pelo y secárselo, maquillarse, vestirse y poner la mesa, el tiempo ya iba siendo escaso, así que se despelotó por el pasillo corriendo hacia la ducha y tirando toda la ropa por el suelo, pensando, -ya la recogeré después…- se metió debajo de la alcachofa de su ducha con la máxima presión y se enjabonó el pelo dos veces, luego la mascarilla…Total que entre pitos y flautas le llevó mas de media hora el acicalarse…cuando salió corrió a la cocina…¡dios mío ya me había olvidado del lomo¡, pero hizo un ufff, de alivio, no estaba quemado y olía súper bien…añadió otro medio vaso de zumito, un pelín de agua y lo pinchó con la aguja de hacer punto que su madre utilizaba cuando ella era pequeña y le hacía esos inmensos jerséis para ir al colegio…luego hizo el puré de patata, saco el lomo a una fuente y puso la salsa, que había pasado por el chino, en esa salsera, que se compró en los chinos, pero que tanto le gustaba…y es que parecía una salsera principesca, sacada de la mejor mesa de un emperador…, -el dia que la compró recuerda como la miraba extasiada, como si se tratase de una autentica joya- y el puré de manzana…que lo puso en un cuenco porque no tenía mas salseras, pero puso el cacillo de plata de meneses, que un día le había regalado su abuela…

Bien, ¡esto marcha¡, ahora tocaba poner la mesa…primero el mantel, ¡blanco¡, eso seguro…, luego los salva platos, la vajilla, blanca también…¿cómo podrá alguien comer en platos de colores?, -se preguntó-, mientras los iba colocando…luego los cubiertos…¡Ay¡ ¿dónde se pone el tenedor a la derecha o a la izquierda?, ¡jo es que nunca conseguía aprendérselo…¡.Y corrió a preguntarle a Google, que le dio al instante la solución…luego los vasos, de cristal finito…¡ y es que el agua sabe como mucho mejor¡, y no digamos el Vega Sicilia, que le había regalado el Embajador de “Chinchungwang”…,servilletas de papel, pero con unos dibujos maravillosos, tan preciosas son que da hasta pena usarlas…y el pan, de leña claro y aperitivos, suculentos…, de esos que hasta quitan el hambre para seguir comiendo…

Y se puso una minúscula y preciosa rosa en su plato, que para eso se trataba de ella…

Ya casi era la hora, tenía que vestirse rápidamente, y empezó a buscar histérica en su armario, esta puta manía de no prever las cosas, -se lamentó- e inició una lucha contrarreloj, buscando lo que pegaba y no pegaba, lo que le sentaba mejor, lo que le hacía mas delgada y mas sugestiva…y entre faldas y blusas, entre medias y zapatos, y collares y demás abalorios, pues ¡dieron las dos¡…¡dios mío¡, tengo que encender el horno para que el lomo este calentito…¡casi se me olvida¡…

Ahora si que estaba ya todo listo, había puesto hasta música y se había perfumado y pintado los labios con ese brillo rosa que tanto le gustaba… quería estar muy guapa, la ocasión lo merecía…

¡ Dos y media!, suena el interfono y Petra respira hondo antes de decir un ¿si?, con una vocecilla suave y cordial…

Cartero comercial…¡vaya!

Está tan nerviosa, que ya no puede ni coordinar y le dice lo siento pero no puedo abrir, ¿no ve usted que no estoy en casa?, y cuelga el interfono sin dejarle al pobre cartero que le diga que no se había dado cuenta…

Las tres menos veinte, Petra ya no puede mas, ¿mira que si no vienen…?, pero intenta relajarse, mientras se dirige nuevamente a contestar el interfono…no quiere parecer crispada…¿si?, ¿cómo?, Oh no no…¿no ve usted que esa no soy yo?, no insista por favor, que no soy yo…

Al fin está sentada en la mesa…la ensalada está en el centro y el lomo troceado en finas lonchas en cada uno de los platos. Aliña la ensalada con aceite virgen y vinagre de módena. Primero el aceite…, luego el vinagre, pero sin pasarse…y una pizquita de sal…Está todo francamente exquisito, la carne está tierna y jugosa y la salsa de vértigo…- piensa mientras saborea el vino… - y mira al frente…diciendo en voz alta, luego tengo que congelar el resto, para toda la semana, no me gustaría que se me estropease…

Sobraba tanta comida…y es que sabia que otra vez nadie iba a venir a su mesa hoy, al igual que las otras veces, pero esa ceremonia que cada domingo repetía le salvaba de caer en la peor de las locuras…Nada podía hacer en ese país, con guerras y toque de queda, con muerte y desesperación, con agonías, con envidias y traiciones, con condenas sin juicios, con desprecio a la vida y sin sentimientos hacia nadie, nada, salvo preparar sus comidas imaginarias y lamentarse por no poderlo abandonar…

Y con la esperanza que tal vez, el siguiente domingo ya habría escapado de la desolación, atravesado esa maldita frontera, para no volver jamas…

Blondie

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