26 de junio de 2007

El planeta que habito hoy



A fuerza de escuchar sus propios lamentos había aprendido a ser fuerte en un planeta de débiles, los débiles le daban asco, no admitía a su alrededor a gente mediocre o con claros signos de malignidad, le daba autentica náuseas ver como su mediocridad hacia que jugasen a ser malos, porque la maldad era algo mucho mas superior que todos esos juegos infantiles de café.

Para ser malo había que cumplir con unos requisitos esenciales, innatos y eso no se aprendía se nacía con ello y solo algunos privilegiados tenía ese don, distinto es que luego supieran aprovecharlo o lo desperdiciaran en maldades del tres al cuarto, de esas que hieren corazones enamorados y los dejan alicaídos como un ramillete de margaritas cuando se quiere ya marchar del jarrón con agua, que de nada sirve en ese caso una aspira, han decidido marcharse y se van por mas que te empeñes en que se queden. Pues así son los aprendices de malignidad, gentes torpes que hieren corazones y creen que han sido malos cuando en realidad han sido buenísimos, ¡¡pobres ilusos¡¡, creen herir y alivian, creen destrozar y recomponen, creen engañar y se engañan, porque de esos ejercicios del mal, renace un corazón mas fuerte y mas poderoso.

Esos aprendices no me gustan, a pesar de que habiten mi planeta, prefiero los que destrozan con su maldad, los que hacen añicos que son imposibles recomponer, esos si se acercan al concepto de malignidad, los que ni sienten ni padecen aunque destrocen, esos si me molan, saben hacer las cosas muchísimo mejor que muchos y no sufren aunque sientan dolor. Son listos como elefantes, lo ven todo como un lince y rápidos en sus trabajos de malignidad como una ardilla, diseñan en segundos un plan de acción y cuando lo han terminado, no quedan ni las migajas de los cristales por los que miró ese corazón. Saben hacer las cosas y nunca dejan huella, es imposible pillarles saben perderse en la inmensidad de mi planeta o de cualquier otro, con la velocidad de un rayo mientras se ríen a carcajadas urdiendo planes para su nueva malignidad.

Cuando Xoliox me dijo tendrás que aprender a diferenciar entre buenos, aprendices de malos y expertos en malignidad , no le creí pero las evidencias a los largo de esta vida en mi planeta ha ido marcándome el camino hacia ellos, cuando me dijo Xoliox, que pensara que venía de un planeta de buenos, en los que la gente no hería ni destrozaba, que la gente era tierna, que tuviese cuidado, yo pensé que exageraba, que en todos los planetas hay gentes buenas y malas aunque no perversas, hasta le dije que dudaba muy mucho, que alguien fuese capaz de hacer semejante cosa, cosas que yo jamás haría, pero luego la evidencia de mis propios lamentos me fue guiando hasta ellos, hasta que sin darme cuenta me vi. sumergida en su mundo, deshilvanando pespunte a pespunte cada acción que iban ejecutando, hasta entender que mientras no encontrara otro planeta debería acoplarme a su manera de actuar y sacar el máximo partido de sus enseñanzas, si fue como poco a poco me fui fortaleciendo hasta llegar a una dura roca de granito, que no taladra ni el mas potente de los Black & Decker.

Y ahora mientras estoy en lista de espera para un viaje maravilloso que pienso hacer al planeta de los vivos colores, los malos me muestran todo el engranaje del puzzle de su cuerpo y de su mente, y yo aprendo…

Se lo he contado esta mañana a Cuelinostre, que es amigo de Xoliox y se ha reído a carcajadas enseñando su metálica dentadura que pincha y hiere, sabe que en breve partiré a un mundo multicolor y ha prometido darme un manual de instrucciones, para que allí sea la dueña y señora de todos los colores como si fuese un pavo real…

Blondie

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