Mostrando entradas con la etiqueta Canción: Ausencia - maliZia kiss e Imanol. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Canción: Ausencia - maliZia kiss e Imanol. Mostrar todas las entradas

17 de marzo de 2010

La Maldición del Árbol Milenario

maliZia kiss canta con Imanol, Ausencia
Repetimos canción

Os voy a contar una historia que me contaron…

No hace mucho un tiempo, tal vez un año y medio más o menos, mientras paseábamos por la playa de Lekeitio, mojándonos los pies y disfrutando de un día soleado de primeros de octubre, alguien que conoce muy bien ese lugar me contó algo que había sucedido hacía muchísimos años… Recuerdo que según me lo iba contado cada vez aumentaba más mi interés, que nos parábamos a cada rato y yo ávida por escucharle decía, sigue, sigue por favor…Me sentía trasportada a otra época oyendo lo que me contaba. Apenas si habrían en la playa media docenas de personas de las cuales dos, que eran lo más atrevidos, se bañaban. Evidentemente yo no era ninguna de ellas, yo simplemente como ya he dicho antes dejaba que el mar acariciase mis pies disfrutando del agua y escuchando muy atenta. Me gustó ese día… Me contó una historia fascinante con todo tipo de pelos y señales, me dio nombres y apellidos de la protagonista de la historia, aunque yo no los diré, pero si lo contaré…

Asi lo he titulado, tal y como mi mente lo tituló mientras escuchaba la historia...


La maldición del árbol milenario

Begoña soñaba con aquella casa, siempre que pasaba la miraba y pensaba: algún día será mía…Era joven y su cabeza estaba llena de sueños, de príncipes azules y caballeros temerarios que la salvarían del peligro. Begoña sabía muy bien lo que era el peligro y sentir la muerte cerca, muy cerca, acababan de salir de una guerra civil y a pesar de su juventud ya le había tocado ver la parte más dolorosa de la vida, había acariciado la muerte, había curado heridas a sus soldados y ayudado a amputar piernas y brazos, había hecho colas interminables para obtener un puñado de lentejas en las que al llegar a casa encontraba más piedras que legumbre y un triste mendrugo de pan. Begoña había llorado con desconocidos al saber la muerte de alguien, había sufrido amenazas y había vivido entre marxistas y nacionalistas vascos e incluso vivió en primera persona una mañana del 18 de junio del 37 cuando se produjo la toma de Bilbao y El Caudillo cantó victoria gritando una, grande y libre, cuando sus tropas cruzaron El Nervión alzando la bandera.

Vivió con horror los asesinatos tanto de rojos como de nacionales, esos terribles años de represión y los chivatazos que los mal nacidos movidos por el odio y el rencor hacían de sus conciudadanos en el cuartelillo de la Guardia civil, como venganza. Aprendió a decir salud y también a decir adiós y tuvo siempre mucho cuidado de no juntarse en la calle con más de tres amigas para que no la llamaran conspiradora. Fue a misa todos los domingos con su velito, que se sujetaba en la cabeza con un agujón con cabeza de perla y guardaba silencio tal y como le tenían mandado.

Después vivió una posguerra llena de hambre y de miseria pero en su cabeza seguía danzando ese príncipe azul que esperaba encontrar…Y se encontró con Joseba que si bien no era todo lo guapo que su príncipe soñado si fue un buen marido, cariñoso y adinerado, que la sacó de la pobreza, la tuvo en palmitas y le regaló a Edurne una hija que gestó en su vientre.

Durante un montón de años Begoña se olvidó de la casa de sus sueños y se dedicó a su esposo y a su hija, hasta que una mañana de primavera Joseba se fue al más allá dejándola viuda, bien situada y con una hija casada.

Y fue entonces cuando volvió a pensar en la casa de sus sueños, quería esa casa a toda costa y estaba dispuesta a pagar por ella lo que fuese y así fue, gracias a las mediaciones de Edurne en las negociaciones al final se hizo con ella.

El día que atravesó la verja de su propiedad el corazón le latía mas acelerado que nunca, pero al rato de caminar por las destartaladas estancias se dio cuenta que allí ya no estaban sus sueños, que allí no bailaría ya el vals con su príncipe, ni haría fiestas hasta el amanecer amenizadas con un piano. Había sido propietaria demasiado tarde pensaba, ya estaba muy mayor para cambiar su confortable hogar por semejante caserón y decidió tirarla y edificar en el terreno casas para la venta. Encargó a si hija Edurne todos los trámites precisos para iniciar la demolición, pero Edurne no lo consiguió. Los del Ayuntamiento dijeron no, alegando que en la casa había plantado un árbol antiquísimo y que no se podía edificar por esa causa.

A partir de ese día su enorme caserón con jardín en Las Arenas, comenzó a ser pasto de visitantes curiosos por el día y habitáculo de mendigos por las noches ya que aunque ella se había encargado de cerrar la verja, encontraban mil y una maneras de abrirla y así fueron pasando los años entre nuevas solicitudes de permiso, denegadas igualmente, hasta que un día Begoña decidió tomar cartas en el asunto y a partir de ese día todas las tardes iba a visitar su propiedad portando con ella un saquito lleno de sal. Llegaba a la casa y dirigiéndose al jardín daba tres o cuatro vueltas al árbol echando puñaditos de su sal. Así día tras día durante más de dos años, hasta que un día el árbol enfermó y entonces Begoña y su hija Edurne corrieron a los del Ayuntamiento para informales. Estos al ver el deterioro del árbol enviaron a los ingenieros de montes para que lo analizasen, pero lo único que pudieron constatar trrás uss inspecciones y sus trabajos fue su mortal enfermedad. El árbol agonizaba lentamente y moriría sin remedio…

Begoña y Edurne no cabían en si de gozo ya que al fin veían cada vez más próximo el día en que podrían construir y teniendo en cuenta la ubicación de la finca, en el mismísimo corazón de Las Arenas y lo que últimamente habían subido los pisos, se frotaban las manos pensando en los pingues beneficios que les esperaban…

Una mañana Edurne recibió una llamada del Ayuntamiento notificándole el inminente fallecimiento del árbol e informándole que podía decir a su madre que podía iniciar los trámites para la construcción. Que el permiso estaría en su poder en el mismo momento en que el árbol falleciese.

Begoña al enterarse no cabía en si de júbilo, al fin podría hacer realidad su deseo de construir… Invitó esa tarde a todas sus amigas a su casa a merendar para celebrar semejante noticia y pasaron una tarde feliz, riéndose y contentas por la buena suerte de Begoña, aunque alguna que otra amiga sentía cierta envida, pues se veía venir que Begoña se iba a hacer de oro.

A la mañana siguiente Begoña se despertó como de costumbre y se dirigió al salón para desayunar, pero no le dio tiempo a tomar su café ya que cayó desplomada al suelo sin vida. Murió de forma fulminante.

Esa misma tarde el árbol fallecía como consecuencia de los años que pasó alimentándose de sal, pero se llevó a Begoña por delante. El árbol había cumplido con su callada maldición.

Blondie

Ese lugar ya no existe, ahora tan solo hay unos edificios que reposan sobre las raíces muertas un un árbol que mataron con sal y él mató por aquello de morir matando…

Blondie

16 de marzo de 2010

AUSENCIA

maliZia kiss canta con Imanol, Ausencia
Repetimos Canción



Sus ojos me hacían el amor cuando me miraban, estábamos en un bar perdido en cualquier lugar de cualquier parte a cualquier hora, pero eso es lo de menos, el lugar y la hora, lo que importaba era su mirada de deseo, de mucho deseo pero sobre todo de amor, de mucho amor, una mirada mezclada de amor y deseo que penetraba y su tacto, sí, su ligerísimo roce.

Bebíamos algo dulce en una barra de madera medio barnizada de cualquier bar de esos medio oscuros, de luz tenue. Fuera hacía un día frío con sol, un día de esos bonitos llenos de luz, uno de esos días en los que solo se puede o pasear o amar, pero aún así era más hermosa la luz que iluminaba la oscuridad del bar con nuestros ojos que el brillo de los rayos del sol. Su luz, mi luz, sus ojos, mis ojos…

Bebimos relajados y después simplemente nos marchamos, ni siquiera recuerdo si pagamos o dejamos propina, solo recuerdo que simplemente nos fuimos, sin silencios, con complicidad, con ganas de estar juntos. Cuando pasó un rato sin decirnos nada, nos lo dijimos todo, todo eso que ya nos habíamos dicho antes con nuestros silencios y así fue como después de sus ojos llegaron sus brazos y sus manos y su boca y de nuevo sus miradas y sus suspiros y los míos y los de él y los míos y más y mucho más. No queríamos separarnos pero tenía que ser así, nada es eterno y nos fuimos desasiendo lentamente sin dejar de mirarnos y después llegó el vacío, ese vacío repleto, lleno, ese vacío rebosante, ese vacío sin soledad, ese vacío acompañado, ese vacio lleno de aromas, después llegó la ausencia.

Y vimos como nos alejábamos el uno del otro y el otro del uno pensado aquello que sabíamos y que no queríamos decir, sintiendo una pena infinita al saber que había sido un sueño y que los sueños jamás se repiten…


Blondie

14 de marzo de 2010

La Coctelera

maliZia kiss canta con Imanol, Ausencia

Cuando agitó la coctelera después de haber metido cuidadosamente todos los ingredientes en ella, lo hizo con saña y salió eso, lo absurdo y lo ilógico, los porqués sin respuesta y los razonamientos sin razón. Quería obtener un líquido perfectamente licuado, una bebida fácil de ingerir, necesitaba beber y que sus papilas gustativas le indicaran si el resultado era dulce como ella creía.

Comenzó la mezcla con unos pequeños ingredientes básicos, la probó pero faltaban algunos y siguió experimentando. Añadió nuevos ingredientes y volvió a agitarla con más fuerza aún si cabe, pero al probarla todavía le faltaban algunos y volvió a añadirlos, tantos ingredientes añadió que al probarlo se dio cuenta que el resultado era un sabor sintético y artificial y tuvo que empezar de nuevo.

Volvió pacientemente a llenar de nuevo la coctelera con los ingredientes que tenía, pero esta vez en cantidades más moderadas y fue probando, pero siempre le faltaba ese algo por el que no conseguía el sabor deseado. Estaba cansada de experimentar y dar palos de ciego con algo que debería de ser muchísimo más fácil, mas evidente y volvió a tirar el líquido por el fregadero y a empezar nuevamente a mezclarlos, este…ese…aquel otro… los que tenía, los que le regalaron, los que tuvo que comprar, los que supuso que harían falta y obtuvo, los que imaginó, los que le recomendaron, los que deberían de ser, los que no deberían de ser y los metió todos en la coctelera nuevamente, pero al probarlo volvió a comprobar que le faltaba un ingrediente para obtener esa bebida perfecta y lógica para ella y nuevamente comenzó con su experimento cuidadosamente y añadió ese ingrediente que faltaba, ese ingrediente que lo obvio le entregó para añadir en su coctelera, la agitó nuevamente con más saña que nunca y al fin obtuvo el liquido deseado, para algo le tenía que servir su tenacidad.

Probó un poquito y comprobó con satisfacción que efectivamente al fin había obtenido ese líquido deseado, que al fin había dado con él. Llenó su copa hasta arriba y dio un buen trago, pero inmediatamente tuvo que escupirlo porque era una bebida muy amarga, difícil de digerir, una bebida explosiva que quemaba…
Y fue entonces cuando se dio cuenta que nunca obtendría el sabor deseado, porque le faltaba un ingrediente que no podía comprar, ni buscar, ni obtener, un ingrediente que tan solo podían regalarle, ese porqué, que haría que la bebida aunque tuviese un sabor amargo pudiese al fin digerirla…

Blondie

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.