2 de diciembre de 2012

Homenaje al Maestro Reverendo. Sala Galileo Gran Wyoming y Paracelso

Ángel Muñoz Alonso, Maestro Reverendo, posiblemente no fue muchas cosas de las que él hubiese querido ser en su vida, pero lo que si fue y todos tenemos muy claro es un gran músico que eligió vivir con el acelerador pisado a tope y así lo hizo hasta el día de su muerte el pasado septiembre. Vivió como quiso.

Para todos nosotros Maestro Reverendo, apodo que le viene de su época del colegio cuando tocaba el órgano, es un apéndice de Gran Wyoming porque juntos empezaron hace ya décadas en La Aurora, por aquellos entonces Maestro Reverendo tocaba en el grupo Desmadre 77 y en Paracelso, con un hermano de Wyoming, que era una banda de melenudos rebeldes nacida en los primeros años del post franquismo coincidiendo con, o tal vez nació por, la movida madrileña, un grupo en mayúsculas de Rock and Roll al que más tarde se uniría el propio Wyoming y porque juntos seguirían la andadura de la vida durante muchísimo tiempo.

Pero también Maestro Reverendo es más cosas y también todos lo sabemos, colaboró como arreglista con grupos como Siniestro Total o Los Ronaldos, cantó y colaboró con Miguel Ríos, es un gran compositor y lo ha demostrado en las bandas sonoras que ha hecho como Se infiel y no mires con quien o la mujer de tu vida, participó activamente en la serie de televisión Caiga quien caiga junto a Wyoming y Carbonell de Toreros Muertos.

Maestro Reverendo es esto y más. Podría ahora recopilar información sobre él e intentar aquí hacer su biografía pero no es el caso, yo quiero hablar del homenaje que le hicieron ayer en La Sala Galileo de Madrid.

No fue un homenaje emotivo, de esos en los que llenan de lisonjas al homenajeado, que si era tan bueno, que si era el mejor, que si como él no habrá otro…¡no!, no fue eso, eso que solemos hacer los humanos cuando alguien se marcha, convertirle en lo mejor, llenar nuestras bocas de palabras dulces y tiernas, alabar y ensalzar al desaparecido, probablemente con exageración y esta vez, en este homenaje eso no sucedió o al menos así lo percibí yo. Y me gustó, me gustó mucho no salir de allí con mi cabeza aturdida de adjetivos calificativos cada cual mejor y todos insuperables sobre alguien que ha muerto, alguien que era un virtuoso del piano y que probablemente tendría miles de defectos como tenemos todos los que aún respiramos. Me gustó no salir con la sensación de haber asistido a un homenaje blandurrio, exagerado y sensiblero y pese a no conocer a Reverendo personalmente intuyo que a él tampoco el habría gustado una  adulación pastelera sobre su persona. 

Como decía no fue eso, fue algo para mi más emotivo aún si cabe y fue el ver desfilar durante tres horas a más de setenta músicos, todos amigos y compañeros del Reverendo que volcados entre chascarrillos y bromas sobre él, le regalaron lo mejor que podían darle todos y cada uno de ellos: Música, esa música que Reverendo amaba y que todos sus compañeros, sus amigos y los que le querían saben hacer y ayer lo hicieron en su homenaje, tocar y cantar para él, en memoria de él y para todos los que allí estábamos participando como meros espectadores junto a y con ellos.

Fue un homenaje estupendo al que tuve la gran suerte de poder asistir. Estoy contenta, muy contenta.

Blondie


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