7 de marzo de 2011

MAR



El único motivo de volver a ese lugar era oír rugir al mar, escuchar de su espumosa sonrisa aquello que debía de saber, susurrarle al viento lo que sentía para que se lo transmitiera y ponerle zancadillas a las olas. El único motivo de volver a ese lugar era el mar.

Pero no volvía, no quería descubrir que su voz era ronca y sus profundidades turbias, prefería recordarlo agitado pero limpio y sabía que si regresaba me encontraría con arenas movedizas en las que al pisar sentiría que querían tragarme, que no querían nada bueno para mí, que querían arrastrarme a ese mar estúpido que aunque se las daba de asesino era tan solo una fachada, una fantasía cruel consigo mismo en la que pretendía parecer fiero pero...

Pero no lo era...

Sus otoños eran tristes, sus veranos fríos, sus primaveras poco cálidas y sus inviernos atroces, y ahí seguía regalando tempestades, a veces incomprensibles, otras falsas, pero nunca temibles, al menos para mi...

Recuerdo una vez que le hice una pregunta muy concreta y no supo responderme, se quedó dubitativo, después se puso a la defensiva y desató su ira con sus kilométricas olas rugiendo como si de un fiero león se tratase. Quería parecer muy peligroso, pero yo le miré desafiante y dejé que me mojara, sabía que quería humedecerme con su rabia y le dejé hacer para que se calmara, para que comprendiese que no hace falta mojar para ser dañino, que yo desde mi lugar también puedo arrancar lágrimas secas a pesar de no ser mar, ni tener un inmenso vestido de olas con el que protegerme…

Blondie

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