6 de noviembre de 2008

El Rio


Algo que escribí este verano...

Fotografias: Fonts D'algar
Cuando el otro día me llevaron y digo me llevaron porque fui a la fuerza, obligada y despotricando todo el camino, a las Fonts D’algar a todo le veía inconvenientes, que si estaba lleno de gente, que si el agua estaba helada, que si no tenía bebida para mi bocata, que si vaya calor que hacía, que si ¿a quien se le ocurre venir aquí en pleno agosto?, vamos que estaba fina…estaba que no me aguantaba ni a mi misma, y tenía un cabreo bastante considerable…

Pero al rato, cuando me fui serenando y empecé a mirar los pozos y las cascadas del río Algar, al mirarlos fue como un dejá vu, empecé a recordar cuando pasaba un mes de vacaciones en un pueblecito en el que todos los días iba al río en mi bici a bañarme, hacía mas de dos kilómetros para ir a las fuentes del Sar y al pozo caldero, que por cierto era profundísimo. Me bañaba allí tan pichi, con un agua heladora,- pero a mi plim no me importaba lo mas mínimo-, y entre tijeretas que flotaban por el río, esos bichitos marrones de patitas largas que cogía entre mis manos, los agitaba con fuerza y cantaba: tejedor, tejedor, pare uno, pare dos…, luego los soltaba con impulso al agua del río y ¡Salían dos!, nunca fallaba, siempre salían dos…Claro que todo hay que decirlo, tenía quince añitos y a esa edad no me importaba ni el frío, ni el calor…

Pasaba unos veranos fantásticos, al menos así los recuerdo ahora en el trascurrir del tiempo. Allí aprendí a arar la tierra con un trillo de madera, a cortar la alfalfa con una hoz, a montar caballos y burros. Aprendí de corrales y gallinas, a cocer pan en un horno, a dejar mi camiseta reluciente en el lavadero del pueblo, que aunque la podía lavar en casa me gustaba lavarla allí entre las mujeres del pueblo, a separar trigo en un tamiz, a escardar la paja y a más cosas. Seguro que aprendí muchísimas mas cosas que ahora no recuerdo, pero que cualquier día de repente vendrán mi mente, porque hay que ver lo que aprendí yo de campo en esa época, mucho, porque me hice una amiga allí y como su padre era campesino, me lo enseñó… seguro que me acordaré cualquier día y ya habré puesto este escrito y me dará una rabia tremenda porque pensaré, jo mira que dejarme esto y lo otro…Pero bueno esto es una idea muy genérica de las maravillas que aprendí en mi adolescencia sobre el campo y los animales…

El caso es que pensando en todo eso me armé de valor y metí mi cuerpo en la helada agua del río, superé la cintura, que ahí el agua cortaba como finos cuchillos, llegué hasta mi pecho, demostrando un valor muy poco reconocido por quien me acompañaba, mojé mis hombros en un también ataque de autentico valor y después sumergí mi cabeza en las cristalinas aguas y es ahí cuando se produjo el milagro.
Después ya todo fue realmente increíble, sentía que el agua me purificaba, era un agua increíblemente limpia, agua de las montañas, aguas del río Algar. Me metí en el pozo y al fondo había una gran cascada, dos en realidad, una grande y otra más pequeña, con un hueco entre ambas en el que te metías y tan solo escuchabas el sonido del agua y veías el arco iris…

Al salir a la superficie no sentía ni pizca de frío, ya se me había olvidado eso, se me había olvidado que al bañarte en un río en verano, al salir no sientes frío, que el agua está tan fría que no lo sientes, ni tampoco calor y que luego la sensación de frescor perdura en tu piel tiempo y tiempo, esa sensación de pureza…

¿Se puede pedir más para un baño?

Blondie

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermoso escrito malizia;leyendolo apetece bañarse,contigo...

Anónimo dijo...

esta malizzia siempre tan exageradaaaaaaaaaaaa,ni estaría tan profundo ni estaría tan frio,pero ya sabemos,malizzia es así,tan peculiar,tan especial,este verano iré a dicho rio y comprobaré en mi propia piel esas sensaciones,eso si llego jaja ya que una va cumpliendo agostos y no es cuestion de quedarse tempano,yo necesito templadito todo en mi vida

Anónimo dijo...

si, exageradamente especial:no cambies Malizia. Yo te leo

Anónimo dijo...

escucho el ruido del agua y creo estar alli me bañare en un rio
me apetece.Gracias

tiendacarpones dijo...

Visitar un río y disfrutar de la pesca es una experiencia enriquecedora. Además de disfrutar de la belleza natural, la pesca promueve la paciencia, la conexión con la naturaleza y brinda la oportunidad de relajarse y crear recuerdos inolvidables.




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