12 de abril de 2010

La Ratita Presumida


Érase una vez una ratita… y bla... bla… bla… Monika caminaba por la calle absorta en sus pensamientos y de repente le vino a la memoria ese cuento, el de la ratita presumida, recordando que barría y barría sin cesar y que se encontró una moneda y bla... bla… bla…

Monika si era presumida, muy presumida, como la ratita, ya que se sentía muy orgullosa de no carecer de nada de aquello de lo que presumía con orgullo y aunque jamás se encontraba monedas, porque nadie regala doblones de oro de ley, nadie, no los buscaba ni presumía de poderlos hallar, sabía perfectamente el entramado oscuro y mediocre en el que se movía, pero aún así barría con ahínco en su vida para limpiar todas aquellas cosas feas con las que se había topado, presumía de su honradez, de su ética y su legalidad, de ser una persona de férreos principios, de no consentir humillaciones, ni falsedades, de no ser tan tonta como algunos piensan, incluso ese que la miró cara a cara y a los ojos pensando el muy infeliz que ella se tragó el anzuelo y sobre todo presumía de buscar hasta la saciedad las falsas monedas, sin agotarse, sin desfallecer, sin prisa, pero sin pausa…

Blondie

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