23 de septiembre de 2008

Violeta Mariachi

En Jalisco No Te Rajes vive Violeta Mariachi. Allí es plenamente feliz, sabe bordar y hacer punto de cruz, se lo enseñó su abuela cuando era pequeña y hace unas mantelerías, que son la delicia de los turistas. Siempre pide bastante por un mantel ya que sabe que le van a regatear y no es cuestión de hacer el primo, con las horas que echa ella para bordar un mantel y la vista que se deja.

Su casa está muy limpia y siempre que los turistas se acercan a comprarle las mantelerías acaban entrando y fotografiando los rincones. Tanto gusta su casa que está pensando ampliar mundo y dedicarse al diseño de interiores, no porque ella necesite salir de Jalisco No Te Rajes, sino porque le da mucha pena que en otros lugares del planeta no puedan deleitarse de casas como la de ella.

Esa afición la heredó de su madre, Dorota, que era muy pulcra y muy ordenada y le enseñó a Violeta el arte de ser limpia y ordenada a la vez que creativa.

Pero Violeta sabe que eso es un sueño inalcanzable, que jamás saldrá de Jalisco y que nunca diseñará interiores de casas, aunque no le importa demasiado soñar, total que mas le da si es gratis y le ayuda a mantenerse interiormente viva.

Los domingos y fiestas de guardar, Violeta va al baile ataviada con una falda bordada con hilos multicolor, que es la envidia de todas las mozas casaderas de Jalisco No Te Rajes. Tal es la envidia que le tienen que no hacen mas que ascos a su falda, pero a ella no le importa porque se siente muy orgullosa de ella y la luce como nadie, contoneándose en cada paso que da, luciéndola con descaro en cada movimiento, contenta de saber que sus manos, que son un primor, bordaron esas bellísimas flores.

En un rincón del vetusto local los mozos del pueblo se reúnen para intercambiar opiniones sobre las mozas mientras beben malta teñida con achicoria.

Un día de esos de baile, mientras los de Tekila Forever, un grupo muy moderno de boleros tocaban dos corazones, esa canción melódica y tan romántica que tanto gusta a los de No Te Rajes, un forastero la sacó a bailar ante las envidias de todas las mozas que murmuraban y murmuraban y hasta se daban codazos, mientras ella se deslizaba por la pista de baile dejándose abrazar ajena a las miradas que la vigilaban.

Violeta estaba acalorada, sentía que el fuego subía a sus mejillas encendiéndolas, que su corazón latía aceleradamente y que su cuerpo se estremecía en brazos del desconocido. Después vinieron otras canciones y las bailaron todas, no se cansaban de bailar. En el primer baile se miraron, en el segundo se gustaron, cuando iban por el cuarto se besaron y al llegar al décimo se enamoraron…

Nunca volvieron a verse, el prometió que volvería, pero jamás volvió y Violeta Mariachi sueña con ese día en el que él vuelva y toquen de nuevo dos corazones, para bailarlo muy pegados, no dejarle marchar jamás de su lado y partir juntos a lejanos lugares donde ella pueda decorar interiores entre bolero y bolero…

Blondie

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