15 de octubre de 2011

ENVIDIA


La verdad es que a pesar de conocer esa palabra desde mi infancia nunca me había parado a pensar en ella con tanta profundidad como hoy, creo que debe de ser porque yo nunca he sentido lo que es tener envidia, siempre he sido una tía feliz con lo que tengo, en cuanto a bienes terrenales me refiero, sí, reconozco que veo a mi alrededor gente triunfadora, gente guapa, gente con cochazos, con mucho dinero y nunca he sentido el más mínimo deseo de poseer lo que ellos poseen, me da igual, sinceramente me da igual lo que tengan los demás.

Yo me enseñé a mi misma desde muy pequeña a ser feliz con lo que tengo y creo que por eso jamás he envidiado nada de lo que me rodea. ¿Qué me gustaría ser guapa?, rica?, triunfadora?, ¡pues claro!, pero no pierdo ni un segundo de mi vida en soñar con ello ni en envidiarlo. Yo soy yo, con mis defectos, con mis humildes pertenecías, con mis físico y soy feliz con ello.

Cuando veo a mi alrededor gente bella, la observo y puede que luego intente mejorarme, dentro de mis posibilidades claro, pero siempre me sorprendo a mi misma pensando que por muy bella que sea la persona que tengo frente a mi gano siempre yo conmigo misma, gana mi imperfección, me prefiero y así voy yo caminando por la vida, en mi mundo, ajena a muchas cosas que ni me fijo en ellas, creyendo cada vez más en mi y en lo que hago, aprendiendo a quererme cada día un poquito más, que no es nada de fácil eso, porque sentir seguridad es difícil, muy difícil, muy trabajoso y a veces flaqueas, dudas, tropiezas…Pero yo me vuelvo a levantar y vuelvo a creer en mi y vuelvo a defender por encima de todo como soy, como pienso, como vivo y lo que hago, sin importarme demasiado como sean o vivan los demás en cuanto a envidiarles.

Hay otro tipo de envidia, que esa si está aquí, alojada en mi interior, una envidia poco terrenal, envidio a la gente que hace bien las cosas, que son capaces de pintar o escribir o cantar o crear como los propios ángeles, sí, les envidio y me gustaría si no ser como ellos, al menos si poder hacer lo mismo con mi toque personal, pero esa envidia me dura poco rato porque enseguida me conformo con mis propias limitaciones y las defiendo a ultranza y las disfruto y las vivo intensamente y dejo de tener envidia por algo tan inalcanzable para mi como es el ser un genio en cualquier arte en esta vida y vuelvo a mi y creo aún más firmemente en lo que hago y salgo más fortalecida cada vez que rozo la envida sana por el arte, por lo creativo, simplemente me empapo de él, lo hago mío y aprendo, aprendo de eso que yo admiro y jamás podré hacer, igualar o superar.

Cada vez me importa menos como vivan los demás, como sean o como vistan, incluso como piensen respecto a las superficialidades de los objetos, posesiones o modas, pero parece ser que vivir en sociedad es difícil para mi, será que me estoy volviendo una ermitaña, porque resulta que yo, que quiero vivir, ser, vestir y pensar como me da la gana cada vez lo tengo más difícil porque el resto de la mínima humanidad que me rodea en mi mundo, me refiero a algunos de mis amigos, les importa demasiado lo que hago, como pienso, como visto, como me muevo y quieren que sea diferente, quieren cambiarme, modelarme a su antojo y claro yo me rebelo, me revuelvo como un animal herido, porque yo no quiero cambiar a nadie, no quiero que piensen, vistan, se muevan, hablen o piensen como a mi me gusta, simplemente acepto que son así, no les digo ni lo que tienen que hacer ni como hacerlo, allá cada uno con su forma de vivir, mientras respeten la mía claro y es entonces cuando yo me pregunto ¿será que no me quieren de verdad o que la puta envida ha anidado en su corazones?

Y es que la envidia es muy mala compañera y anoche tuve ocasión de darme cuenta el significado tan profundo que encierra esa palabra.

Siento pena por la gente que vive prisionera de ella, es una carga demasiado pesada, que les impide disfrutar de la vida y ser felices…


Blondie

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.