28 de enero de 2020

POETA


foto web

En El Gran café todo era chulo, desde el entorno del que estaba rodeado, La Gran Plaza, hasta su interior antiguo con madera rancia y dorados brillantes y abollados. El paso del tiempo se notaba, aunque hay que decir que El Gran Café había envejecido muy dignamente, seguía siendo igual o aun si cabe mas hermoso todavía que antaño y aunque allí ya no charlaban poetas ilustres, sus paredes rezumaban su ayer. Se podía percibir nada mas entrar en él, al pararte en la entrada a otear una mesa libre para poder hacerla tuya..

Una vez lo conseguías, tarea dicho sea de paso arduo complicada, podías disfrutar de esa especie de serenidad poética de los grandes que ya no están en este mundo ni toman ya café en ese lugar y de un buen libro de poemas de uno de los muchos poetas noveles que tenemos ahora y que tal vez no valoramos como debiéramos porque aún son actuales y no están muertos. Así de simple, te mueres y empiezas a ser alguien…

Pero es mejor ser poeta vivo y sentir y poder plasmar lo que sientes en cualquier trozo de papel raído que te saques de un bolsillo, ir juntando papelitos y después editar un libro que poder mostrar al mundo de los sensibles, sabiendo que ellos entenderán tu sentir y que te leerán…

Ya es algo, ya has logrado un triunfo, aunque simplemente sea personal.

Porque el poeta no busca más, el poeta come poco, está ausente y a veces es medio enfermizo, vive en su mundo de blancos y negros a ratos y multicolor en otros, el poeta no necesita mas, solo necesita sentirse libre y eso ya lo tiene con su trozo de papel raído y su lapicero que se saca del bolsillo en cualquier lugar, en cualquier bar, incluso en El Gran Café en el que tengo ahora la inmensa suerte de ver como un poeta está pariendo una belleza sobre la montaña de espuma que forma la leche en una taza, suponemos que por encima de un café…

maliZia Kiss
septiembre 2019

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