Cibeles
Palidece al esconderse de la luna, deambula por la vida como
una autómata, está cansada de la incomprensión ajena, de los malos rasgos que
adopta su cara cuando siente miedo, tiene el alma borracha de emociones, el
corazón endurecido por la pena y guarda en un bolsillo la sonrisa que un día le
robaron, que con esfuerzo consiguió rescatar pero no restituir a su lugar de
origen.
A menudo se pregunta ¿cuando?, ¿cómo?, ¿dónde? y ¿por qué?
Pero guarda silencio y de ese silencio salen sus gritos
callados, sus anhelos reprimidos, sus nostalgias descuartizadas y sus sueños
incumplidos.
No se aferra ni al pasado, ni al presente, ni al futuro.
Simplemente pasa, pasa por los tres estadios sin inmutarse.
Quiere amar, quiere sentir, quiere vivir, pero está inerte,
está muerta o tal vez nunca estuvo viva, es tan solo una estatua, una estatua
recostada en un carro tirado por dos poderosos leones
La llaman diosa, sí, es la diosa de todo aquello que todos
pisan en este mundo, pero ella sabe que no lo es, sabe que no puede andar, que
tan solo es un capricho de un cincel de un escultor…
maliZia kiss