Mi Abanico Rojo
malizia kiss julio 2016
Ocurrió por
casualidad, estaba en la terraza del bar tomando un refresco, anochecía y el
calor era aún más asfixiante si cabe que durante todo el día, el fuego emergía
del asfalto con agresividad. Saqué mi abanico rojo y comencé a abanicarme
observando la gente que me rodeaba. De pronto le vi, en la mesa del fondo, la
más alejada de la mía y decidí jugar con mi abanico.
Sus ojos eran
inmensamente verdes y su mirada tremendamente triste, tenía pinta de tener
algún problema, parecía que en cualquier momento iba a romper a llorar y a mi
me entraron muchas ganas de consolarle…
Comencé a abanicarme
despacio, me solté el pelo para que el aire lo moviese lentamente a la vez que
movía pausadamente mi abanico, una vez, dos, tres, cuatro y a la quinta paraba
y lo ponía delante de mi abierto, cubriendo toda mi cara excepto mis ojos que
aprovechaban ese instante para mirarle intensamente y así varias veces.. Mis
ojos le hablaban, se dio cuenta y comenzó a ponerse nervioso. Se movía inquieto
en su silla sin saber muy bien que postura adoptar o hacia donde mirar.
Estaba sola y la
pesada y calurosa tarde que se alejaba dando paso a la noche me aburría tanto
que me apetecía divertirme y tengo que reconocer que había en mi un gramo de
deliciosa maldad por disfrutar viéndole cada vez mas inquieto y decidí seguir,
¿por qué no?
Paré un momento de
abanicarme para buscar en Google el lenguaje del abanico pero al momento
desistí de ponerlo en practica, eran demasiados signos que ni él ni yo
entendíamos, así que decidí continuar con mis propios signos, digamos que
adapté los gestos de mi abanico al siglo XXI. Y resultó mucho más fácil y
divertido.
Los tres, mi abanico
él y yo continuamos con mi particular lenguaje durante un buen rato, yo me
abanicaba y me miraba, me tapaba la cara
y le miraba a él, mi abanico se abría y
se cerraba en mi mano y él se alteraba…
Cuando me cansé del
juego pagué mi cuenta, me levanté despacio de la mesa y al irme le despedí con
mi abanico, lo abrí y lo cerré un par de veces, me abaniqué mirándole, lo cerré
y dándole la espalda me alejé de él calle abajo.
Hacia mucho calor….
Llevaría caminado un
par de manzanas cuando sentí a mi lado una presencia, me giré y allí estaba él
con sus ojos verdes, con su inmensa tristeza en su mirada, no dije nada, tan solo
le miré cubriéndome la cara con mi rojo abanico.
En algún momento, sin
apenas darme cuenta él cogió suavemente el abanico de mi mano, lo abrió, y comenzó
a abanicarse pausadamente, una vez, dos, tres, cuatro y a la quinta paraba y lo
ponía delante de mi abierto, cubriendo toda su cara sin dejar de mirarme. Y así varias veces...
Y continuamos los
dos calle abajo, sin mediar palabra…
Mi abanico rojo nos acompañaba...
Blondie
maliziakiss.com