1 de agosto de 2016

Mi Abanico Rojo

 malizia kiss julio 2016

Ocurrió por casualidad, estaba en la terraza del bar tomando un refresco, anochecía y el calor era aún más asfixiante si cabe que durante todo el día, el fuego emergía del asfalto con agresividad. Saqué mi abanico rojo y comencé a abanicarme observando la gente que me rodeaba. De pronto le vi, en la mesa del fondo, la más alejada de la mía y decidí jugar con mi abanico.

Sus ojos eran inmensamente verdes y su mirada tremendamente triste, tenía pinta de tener algún problema, parecía que en cualquier momento iba a romper a llorar y a mi me entraron muchas ganas de consolarle…

Comencé a abanicarme despacio, me solté el pelo para que el aire lo moviese lentamente a la vez que movía pausadamente mi abanico, una vez, dos, tres, cuatro y a la quinta paraba y lo ponía delante de mi abierto, cubriendo toda mi cara excepto mis ojos que aprovechaban ese instante para mirarle intensamente y así varias veces.. Mis ojos le hablaban, se dio cuenta y comenzó a ponerse nervioso. Se movía inquieto en su silla sin saber muy bien que postura adoptar o hacia donde mirar.

Estaba sola y la pesada y calurosa tarde que se alejaba dando paso a la noche me aburría tanto que me apetecía divertirme y tengo que reconocer que había en mi un gramo de deliciosa maldad por disfrutar viéndole cada vez mas inquieto y decidí seguir, ¿por qué no?

Paré un momento de abanicarme para buscar en Google el lenguaje del abanico pero al momento desistí de ponerlo en practica, eran demasiados signos que ni él ni yo entendíamos, así que decidí continuar con mis propios signos, digamos que adapté los gestos de mi abanico al siglo XXI. Y resultó mucho más fácil y divertido.

Los tres, mi abanico él y yo continuamos con mi particular lenguaje durante un buen rato, yo me abanicaba y me  miraba, me tapaba la cara y le miraba a él,  mi abanico se abría y se cerraba en mi mano y él se alteraba…

Cuando me cansé del juego pagué mi cuenta, me levanté despacio de la mesa y al irme le despedí con mi abanico, lo abrí y lo cerré un par de veces, me abaniqué mirándole, lo cerré y dándole la espalda me alejé de él calle abajo.

Hacia mucho calor….

Llevaría caminado un par de manzanas cuando sentí a mi lado una presencia, me giré y allí estaba él con sus ojos verdes, con su inmensa tristeza en su mirada, no dije nada, tan solo le miré cubriéndome la cara con mi rojo abanico.

En algún momento, sin apenas darme cuenta él cogió suavemente el abanico de mi mano, lo abrió, y comenzó a abanicarse pausadamente, una vez, dos, tres, cuatro y a la quinta paraba y lo ponía delante de mi abierto, cubriendo toda su cara sin dejar de mirarme. Y así varias veces...

Y continuamos los dos calle abajo, sin mediar palabra… 

Mi abanico rojo nos acompañaba...

Blondie
maliziakiss.com

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