12 de agosto de 2013

A La Vuelta de La Esquina

Al doblar una esquina le vi, íbamos andando y tuvimos ambos que frenar en seco para no chocarnos. No esperaba un encuentro tan súbito y me dejó por unos instantes desconcertada pero al instante siguiente me repuse.

La acera era muy estrecha, tanto que tan solo cabía una persona, a mi derecha, su izquierda para él, coches aparcados y pegados entre ellos embutidos como latas de sardinas por la escasez de huecos, ni una rendija para pasar, a mi izquierda, su derecha para él, un muro rocoso y áspero, un paredón.

Nos miramos con ojos no de antaño, ni de pasado, ni de antes de ayer, ni de ayer, nos miramos con ojos de presente, del instante que estábamos viviendo.

Él no dijo nada y yo tampoco pero tenía muy claro que mi camino era ese y no pensaba retroceder, por lo que me mantuve firme pisando el empedrado de la acera sin inmutarme. Él debería de tener claro lo mismo que yo porque se mantuvo erguido y firme sin retroceder un paso al igual que yo.

Los dos queríamos pasar y ninguno retroceder. Teníamos un dilema

Y teníamos también marcados los músculos en las mejillas a fuerza de apretar los dientes sin descanso a la vez que nos clavábamos la mirada con el entrecejo fruncido.

Los dos quisimos hablar pero no supimos…

No nos inmutamos, no nos movimos, nada dijimos, nada hicimos, tan solo pisar firme el empedrado, eso si, lo pisamos muy firme.

Y así pasaron horas, muchas horas, pero no en sus brazos, pero no en mis brazos…

Blondie

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