31 de julio de 2012

Despertar


Los primeros rayos de sol de la mañana atraviesan mis parpados obligándolos a abrirlos. El sol manda y su orden es tajante: ¡despiértate!. Y yo abro los ojos y la luz me ciega. No se muy bien donde estoy, mi mente necesita unos segundos para ubicarme. Al fin consigo tomar conciencia de la realidad, lentamente me voy dando cuenta de donde estoy y siento serenidad. El silencio es absoluto, tan solo se rompe de vez en cuando por el ruido de algún coche de esos tardíos que aún no han ido a dormir o por esos ruidos de la ciudad que suenan a amanecer, a limpio, a comienzo de un nuevo día.

Y yo comienzo un nuevo día en mi vida no sabiendo muy bien a donde dirigirme, pero lo aprendido durante años hace que mi cuerpo obedezca a esas cosas cotidianas que se hacen al despertar, pis, ducha, desayuno, vestirse…Sí, mi cuerpo es muy obediente y responde a los estímulos aprendidos divinamente, pero mi mente está muy lejos de él, en otro lugar llamado no se, con deseos confundidos y anhelos no muy bien definidos.

Es difícil explicar la dicotomía entre cuerpo y alma, eso de estar sin estar y no ser sin ser. Complicado, demasiado complicado para poder tomar plena conciencia de lo que te está pasando. Luchas por entenderlo y no puedes, quieres que tu cuerpo llegue a esos lugares y no llega y entonces decides regresar, mirarte al espejo, saludarte dándote los buenos días y sonreírte diciéndote, yo a ti te conozco… Y te hablas y te dices ha amanecido un nuevo día y estas viva. ¿De que te quejas pues?

Blondie

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