24 de enero de 2008

Dubrinka se hace mayor...

Lee el relato: Blondie

Según fue creciendo Dubrinka, fue descubriendo nuevas sensaciones que experimentaba sin apenas darse cuenta. Desde que era pequeña tenía una libretita que cuidaba con esmero y guardaba en una urna cuando no la utilizaba, en la que fue escribiendo todas aquellas cosas que le fueron sucediendo en su niñez. Esos momentos mágicos e irrepetibles, esas emociones que la hicieron estremecer y que inundaron su mundo de inquietud y sobresaltos, de alegrías y sorpresas y también de alguna que otra tristeza.

En esa libretita escribía pues todo y también las veces que iba al cerro de su huerto y pasaba horas y horas hablando con la luna, momentos dulces que ya no volverían, que formaban parte de su infancia y ahora que Dubrinka había crecido, los recordaba mientras experimentaba esas sensaciones nuevas. Empezó a ver como su pecho crecía y se redondeaba y como sus pezones se ponían duros cuando los rozaba o tenía frío o miedo…Descubrió el placer y los espejos y al verse reflejada en uno de ellos le empezó a gustar lo que en él veía.

Pero no por haber crecido, había abandonado sus sueños en los que creía cada vez mas, soñaba con lejanos lugares y con príncipes, tenía como algo dentro que hacía que sintiese unos grandes deseos de volar, no sabía explicarlo, solo lo sentía cada día mas y arropada por su mundo de la infancia, despertaba al mundo llena de ilusión, de sueños no realizados aún y de esperanzas.

Pero a la vez estaba esa fuerza, esa rebeldía que hacía que se revolviese cuando sus padres la regañaban o le impedían hacer algo, era una mezcla atómica de ingenuidad e inconformismo, que cada día era mas intensa, mas poderosa y que le empujaba hacía lo que ella buscaba sin saber muy bien que era.

Tasko, su amigo, la miraba diferente y ella empezó a experimentar lo que era el calor en sus mejillas. Pero Dubrinka no era solo una niña que crecía, Dubrinka tenía una fuerza que a veces hasta a ella misma le asustaba. Podía con tan solo mirar a alguien descubrir su interior, lo que sentía y como se sentía…Dubrinka era tremendamente receptiva y empezó a darse cuenta el interés que despertaba, que los del reino la respetaban y marcaban distancia, porque a la vez sentían algo de temor. ¡¡Es una bruja¡, susurraban a su paso, pero para Dubrinka era un juego y disfrutaba pudiendo percibir. Su mundo era pues de percepciones y no de brujerías y no alcanzaba a entender el porque de sus palabras, pero era algo que tampoco le inquietaba demasiado ya que ella sabía de su propia bondad y pensaba ya descubrirán que yo no soy una bruja.

Y fue así como sin darse cuenta se fue transformado de niña a mujer y fue cambiando sus percepciones en pequeños y divertidos poderes, entre risas e incertidumbres, entre incógnitas y dudas.

Por el bosque contiguo a su casa, seguía paseando como cuando era pequeña, aunque ya no regaba las piedras con la lluvia de sus ojos. Se estaba haciendo mayor y ya sabía diferenciar lo que era la realidad de su mundo mágico y todas las tardes salía a dar su paseo por el sendero del bosque para encontrase con Tasko, su amigo, su mas mejor amigo, su amigo del alma, su único amigo. Ese amigo que ahora llenaba de rubor sus mejillas y ponía sus pezones duros.

Dubrinka quería que Tasko y ella fuesen uno, que la mirase todavía de forma aún mas diferente y es que Dubrika estaba descubriendo el amor sin apenas darse cuenta, esa especie de oleada salvaje que envuelve los sentidos y hace que todo lo que te rodea sea aún mas mágico si cabe.

Eso es lo que sentía Dubrinka, unos inmensos deseos de ser los dos uno cuando estaba junto a él, cuando le tenía cerca y eso es lo que soñaba Dubrinka cuando no lo tenía cerca…Pero Tasko solo se fijaba en las piedras del camino y jugaba con ellas dándoles patadas y en los árboles mas altos, que trepaba riendo y gritando: ¡Dubrinka, ven, sube¡, verás todo lo que veremos desde aquí –le decía- y Dubrinka subía.

Y así fueron trascurriendo sus trece años, enmascarando su rubor entre juegos y risas mientras sus sensaciones aumentaban y sus sueños no paraban de llegar…

Blondie

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