23 de diciembre de 2013

Episodio

Foto: maliZia kiss
Abro la puerta y atravieso la cantina, todos los hombres que hay dentro me miran, quiero creer por un instante que me desean, nada más lejos de la realidad, me miran porque estoy muy despeinada y piensan que ha entrado en su bar una loca. Y vuelvo a pensar, nada más lejos de la realidad porque no soy una loca, soy una cuerda que busca desesperadamente un rincón de locos donde zambullirme para tomarme mi coca cola.

Me dirijo a la barra y pido una coca cola Light, con mucho hielo le digo al camarero, pero él me dice ya está fría, ¿y qué?, la quiero con mucho hielo y me mira con cara de pocos amigos, yo me cabreo interiormente y pienso ¿por qué este imbecil no se ha dado cuenta de el por qué pido tanto hielo?, ¡pues no pienso explicárselo!. Sin limón, le digo ásperamente, molesta aún por el episodio de los hielos y vuelve a mirarme como si estuviese loca. Sí, ¡sin limón!, le digo secamente y el tipo lo saca del vaso con desgana con unas pinzas. ¿Porqué tendrán la puta manía de poner limón en la coca cola?.

Le pregunto cuanto le debo. Dos cincuenta me dice agriamente y comienza una lucha feroz con mi puto bolso para encontrar el monedero. ¡No está!, ¡lo he perdido ¡ ah no que está aquí…!, ya lo he encontrado, lo abro y solo tengo cincuenta euros, le extiendo el billete y de nuevo me muestra su peor gesto. No tengo cambio. ¿Y a mi que coño me cuenta usted? ¿Me cobra o me voy?

Un tipo se acerca a mí, pone tres euros sobre la metálica barra, el camarero los coge y deja en un platillo birrioso de plasticucho marrón cincuenta céntimos, el tipo me dice: me los debes.

¿Y porque se los tengo que deber?, yo no le he pedido que los ponga, pienso, y me vuelvo hacia toda esa marabunta que me mira pidiéndoles que me cambien mis cincuenta euros, pero todos callan, nadie tiene cambio o tal vez todos piensan que mi billetes es falso.

Y a mi que me importa que piensen que es falso, yo se que no lo es porque me lo ha dado un cajero automático hace diez minutos pero no me da la gana explicarles nada a ese atajo de mirones.

Salgo de la cantina dando un portazo, estoy indignada, ya no se puede ni tomar una coca cola en la intimidad. El tipo sale tras de mi y me pide mi número de móvil, dice que quiere asegurarse que le devolveré sus tres euros, por lo visto no ha debido de coger los cincuenta céntimos que sobraban , los debió de considerar propina y me los pone a mi en la deuda ¡pues no haberlos puesto!, le doy un móvil falso con tal de quitármelo de encima, diciéndole ya te los devolveré pero no pienso pagarle jamás los tres euros, es su problema, no el mío y si por casualidad se los pago le descontaré los cincuenta céntimos de propina que le dio al impresentable de los hielos.

No tengo ganas de coger el metro ni de volver a casa así que me monto en el circular, que como su propio nombre indica da vueltas a Madrid en un amplio círculo y cogiéndolo en dirección contraria me aseguro un largo paseo como muda observadora tras el cristal de mi asiento, sin hacer ningún esfuerzo, excepto el de observar

Entran tres chavales de los tin years en el autobús y se sientan uno a mi lado y dos frente a mi, uno de ellos lleva una lata de coca cola, entre risas tontas y empujones memos que se van dando para jugar la abre y ¡zas!, sale disparado el líquido a mi ropa, y encima no es light,pienso, que mancha menos la ropa, pues vaya mierda, pero no les digo nada ¿para qué?, los tin ni se disculpan, van a su bola y yo debo de ser transparente para ellos, invisible, así que decido no perder una partícula de mi energía en esos mocosos.

Y en esas ando cuando de repente el bus llega a la parada donde lo cogí, me bajo y allí está el tipo al que le debo los tres putos euros con propina incluida.

¿Qué no los tengo joder!, le digo, pero el tipo insiste ¿y como has pagado el autobús eh?, con tus cincuenta euros dice con sorna…¡pues no!, le digo, mira tu por donde tenía un bonobús y aquí están mis cincuenta euros mira… y vuelvo a pelear ferozmente con mi bolso para encontrar de nuevo el monedero y enseñárselos. Al fin los encuentro y se los muestro orgullosa, míralos…

El tipo me los arranca de las manos y los parte por la mitad ante mis asombrados ojos, se guarda la mitad en su bolsillo y me dice, esta es la garantía de pago, cuando me des mis tres euros te los devolveré, podrás pegarlo con celo y todos tuyos…

Han pasado más de tres años y no le devuelvo sus putos tres euros a pesar de verlo a menudo por los aledaños de la cantina, simplemente me paso la vida intentando buscar la forma de pegar mi billete de cincuenta euros que como comprenderéis los que habéis llegado hasta este punto de la historia, ya se ha devaluado…

Blondie
maliziakiss.com

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