
Un ruido ensordecedor nos sacó de la ensoñación. Tronaba y tú te estremeciste, yo te saqué la lengua para hacerte reír, pero no me sonreíste. De repente se fue la luz natural a pesar de ser de día, oscureció y tan solo los relámpagos iluminaban tu figura, aún así tu seguías allí estática, sin inmutarte por el agua que te empapaba.
No podía dejar de mirarte, Me preguntaba si te llamarías Lucille, después de todo estábamos en Toledo y allí puede ocurrir cualquier cosa. Tu cara estaba empapada, dos ríos negros y espesos con tu rimel se deslizaban por tus mejillas, quise ofrecerte un paraguas pero comprendí que daría igual, tu maquillaje lo arruinaban tus lágrimas y no la lluvia. Permanecí quieto mirándote, tú me mirabas a través del cristal pero no me veías. Quise robarte de nuevo una sonrisa, pero no supe como hacerlo y me fui. Nunca jamás volví a verte, aunque vives en mí…
Blondie