
Knifepoint Hollow, eso decía en su billete. Rosalía asintió con la cabeza, sacó cien kalendos para pagarlo, recogió su cambio y se encaminó hacia el andén sonriéndole al señor de la ventanilla, balbuciendo un apenas inteligible gracias y agitando suavemente su mano a modo de despedida, de adiós…
El tren se deslizaba rápido y silencioso por la vía. Atrás fue dejando todos esos paisajes inhóspitos que tanto le habían hecho sufrir, lentamente se alejaba de ellos. Cada casa, cada pueblo, cada árbol que iba dejando tras de sí, era como un enorme peso que se quitaba de encima, según avanzaba el tren se sentía mas ligera y sentía como sus temores y sus angustias se disipaban. Knifepoint Hollow decía su billete, Knifepoint Hollow…y Rosalía lo miraba y sonreía…
Sí sonreía, jamás había oido ese lugar pero sonreía...
Una nueva vida se abría ante ella y sonreía…
Adiós mon amour, adiós mi agridulce recuerdo, si alguna vez pasas por Knifepoint Hollow, pasa de largo por favor, porque allí tengo una nueva vida sin ti…
Blondie