
El gato era travieso y juguetón, siempre rondaba por el saco rumiando aunque nunca podía ver su interior. Buscaba alimento. La noche que consiguió tirar del lazo, el saco se volcó y al ser una fría noche de diciembre de vientos huracanados, las letras salieron disparadas y con ansias de libertad, unas se desparramaron por la enrarecida tarima sin orden ni concierto formando una montañita, otras despedidas por el balcón mezclándose con el aire, haciendo piruetas y formado todas aquellas frases que correspondían a sus deseos, a sus sueños, a sus ilusiones… Y siete, tan solo siete se quedaron en la casa legibles formado tres palabras: No te amo
Blondie
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