18 de julio de 2013

REME



Cada mañana a la misma hora Reme abría los ojos, preparaba el desayuno y después, cuando ya se habían ido todos de casa, se dedicaba con resignación a las tareas propias de su sexo.

A Reme la habían educado así, justamente para eso y su resignación no era sacrificio.

Una mañana Reme no cerró los ojos en toda la noche, el insomnio hizo que paseara por las relucientes  estancias de su casa, que brillaban fulgurantes gracias a su esfuerzo, y en su paseo observó que además del reluciente fulgor estaba todo meticulosamente ordenado y sintió frío…

Una angustia indescriptible comenzó a invadir su tembloroso cuerpo al darse cuenta que allí, entre todo ese meticuloso orden no había un espacio para ella, que ella no vivía allí sino que más bien formaba parte de la ordenada decoración de su casa como un objeto más de la misma y sintió rabia…

Por un instante tuvo el impulso de destrozarlo todo, pero se frenó, contuvo su rabia, intentó respirar y no pudo y sintió angustia…

Pensó en despertarles pero algo le paralizó y se quedó quieta…

Cuando su respiración comenzó a ser más pausada pensó en coger sus pertenecías y meterlas en una maleta, pero se dio cuenta que sus pertenencias formaban parte de la decoración de su reluciente casa y desistió del intento…

Un vaso de leche templada y un somnífero la devolvieron a su mundo, a ese mundo en el que ella no quería estar, pero estaba…

A la mañana siguiente sus ojos no se abrieron a la misma hora de siempre, cuando despertó estaba sola, el somnífero había hecho de las suyas y la había mantenido a raya en su colchón más tiempo del que ella misma se tenía permitido.

Miró el desorden de su alrededor, se encogió de hombros y después de ducharse y vestirse abandonó con lo puesto la casa, con una ligera sonrisa, pensando que todo aquello que dejaba era lo que el viento no se llevó…
  

Blondie

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