18 de agosto de 2012

Absurda Descripción


Apoyada en el quicio de la puerta color marrón chocolate de la casa rosa chicle, está Violeta mirando fijamente el frondoso árbol de hojas color verde menta, sobre el que penden una brillantes manzanas color rojo sangre.

No hay luna, o si la hay está oculta en el otro lado de la tierra, en ese lado que ella no puede ver desde allí. Llovizna.

Violeta desvía su mirada por un instante del árbol al cielo, clavándola en los espesos nubarrones gris ceniza cargados de una pesadez plomiza. Va a caer un chaparrón.

Los rayos zigzaguean entre los nubarrones, acompañados por los resplandores eléctricos de los relámpagos. Truena.

Se ha levantado un viento huracanado. Todo se agita.

La tormenta ha cesado, huele a tierra mojada. Todo está húmedo.

Ha vuelto la calma.

Los caracoles caminan fatigosamente con su casa a cuestas. Babean.

El sacristán, a falta de otras manos, hacer repiquetear las campanas de la iglesia. Tocan a vespertinas.

Los creyentes acuden dóciles, los ateos ignoran las campanas, los herejes protestan sabiendo que no serán quemados. Cada uno decide.

Nadie teme al Pirata Drake y sus corsarios. Son otros tiempos.

Las olas del mar cantan una triste y agitada melodía, con pequeñas pausas silenciosas y otras que suenan a lamentos. El mar ruge.

El monaguillo y la hija del alcalde fornican incansables en la solitaria ermita, no se profesan amor, tan solo un intenso deseo por descubrir el sexo. Son fogosos adolescentes.

El pueblo ya no es lo que era se lamenta Violeta y es que la vida te deja un sabor especial en los recuerdos vividos muy difícil de igualar…

Blondie

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