12 de febrero de 2012

Yo Tenía Unos Guantes Violett…


Sí, yo tenía unos guantes violett, porque este año aunque no le había pedido nada a Baltasar se ve que el tío se compadeció de mi, le debí de parecer menos mala de lo que dije haber sido y me dejó unos paquetitos, aunque no estuviese mi zapato de tacón de aguja, ni el agua y la comida para los camellos y entre esos paquetitos estaban los guantes violett, eran maravillosos, de piel blandita, de un color violeta intenso, largos, muy largos, hasta el codo, como los de Rita Hayworth en Hilda o Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes, pero no negros sino violett.

Sí, yo tenía unos guantes violett y hoy se han volatilizado, así, ¡zas!, sin apenas darme cuenta ya no estaban junto a mi y no solo han hecho que sienta una inmensa carencia sino que han abierto una antigua herida sin cicatrizar, la de mi maravillosa gabardina negra que me birlaron hace dos años en el teatro y que siempre, siempre que voy a una tienda inconscientemente busco una igual y jamás la encuentro.

¿Y ahora que haré yo?. Un anónimo espontáneo me ha sugerido que se los pida a Baltasar de nuevo al año que viene, pero jo… ¡falta casi un año! y demás estoy convencida que no me los traerá, no puedo comprometerme a ser buena por los guantes, que caramba, que todo hay que decirlo. Así que me he dado cuenta que tengo que rendirme a la evidencia de que acabo de adquirír un nuevo antes y después en mi vida, uno el de la gabardina y otro el de mis guantes violett, y el después la ausencia de ambas cosas. Se que ahora pasaré la vida mirando al suelo por si los encuentro y mirando las manos de todas las tías con las que me cruce en la vida por si lleva mis guantes violett puestos.

Que triste sino el mío y todo por unos putos guantes pero es que ¿sabéis? eran violett, inmensamente violett…

Blondie

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