21 de diciembre de 2010

EL PIN

Alineación al centroFotografía tomada por maliZia kiss, Mercadillo de Navidad, Manchester 2010


Pin es una palabra internacional ¿no?, bueno al menos eso pensaba yo, pin, me refiero a ese artilugio que es como un broche pero sin el como y que lo pinchas en la ropa y por detrás lo sujetas con una especie de pequeño botoncito metálico. No se si me explico…

Bien pues yo he vivido en Manchester las escenas más surrealistas que os podáis imaginar por culpa del puto pin. A ver si soy capaz de explicarlo…

Me compré un gorro violeta ¿vale? y quería ponerle un pin y empecé a buscarlo por los puestecillos de navidad. Toda digna, con mi inglés macarrónico yo decía quiero un pin, ¿un pin?, si, si, un pin y empezaba a hacer el gesto ese de pinchar y cerrar por detrás diciendo a la vez la palabra pin, pero nada, que nadie sabía que coño era un pin y lo más curioso del caso es que todos reaccionaban igual, ponían cara de sorpresa y al repetir la palabra pin que yo les había dicho daban un pequeño respingo con los ojos muy abiertos y subían a la vez su hombro izquierdo.

Yo ya tenía un complejo de gilipollas que pa qué, porque vamos, imaginaos la situación, yo allí, sola, perdida entre gentes que no hablan mi idioma y con una sola idea fija en mi cabeza, encontrar un pin para mi gorro violette y nada…¡imposible!, todos daban respingos pero nadie sabía que era el puto pin y yo erre que erre buscándolo incesantemente, fijaos como sería la cosa que hasta uno puso este gesto, el de la foto que veis arriba, cuando le dije sonriente quiero un pin.

Cuando comprendí que no lo encontraría en los mercadillos pues pensé voy a ir a Primark, allí fijo que lo tienen y ni corta ni perezosa, tras una lucha a muerte por hacerme entender cuando preguntaba por Primark, porque claro yo decía please Primark y ni dios me entendía y es que se pronuncia Praimark con la boca en forma de o y el sonido gutural salido las mismísimas profundidades de la garganta, Eso lo aprendí cuando ya pregunté a la décima persona que por un milagro de esos como los de los panes y los peces pareció entender mi pregunta y me dijo sonriente Praimark Oh yes..y me indicó el camino.

Bueno pues a lo que iba, al fin llegué al Praimark ese de los cojones y en la puerta había un tío y yo voy toda contenta y le pregunto por el pin y el tío abre los ojos, da el mismo respingo que los de los mercadillos, sube su hombro izquierdo y me dice ¿pin?, siiiiiiiiiiii, pinnnnnnnnn joder, pinnnnnnnnnn ¿es que no sabes lo que es un puto pin?, le digo ya furiosa y agarro la solapa de su americana con rabia, pincho con mi dedo y aprieto con la otra mano por detrás simulando que le pongo un pin, a ver si así lo entiende joder, pienso...

Y vaya parecía que la cosa se estaba arreglando porque el tipo, muy sonriente me indicó que le siguiera y yo encantadisima lo hice, estaba ya ansiosa, no hacía mas que ver pines antes de llegar y me sentía feliz imaginando el pin más chulo de Praimark en mi maravilloso gorro violett, pero cual sería mi sorpresa que el tipo no me lleva a donde los pins, sino a una tía que trabajaba alli, le explica en inglés lo del pin, la tía hace el gesto ese de abrir los ojos, dice pin subiendo el hombro izquierdo y me dice que no sabe que coño es un pin, yo ya casi llorosa le digo suplicante un pin, un pin…un pinnnnnnnnnnn, es tan fácil., un pin…y le señalaba mi gorrita violett, y pinchaba en ella, un pinnnnn…pero nada…no hubo manera…

Con los ojos acuosos por mi terrible fracaso, por no ser capaz de explicarme que tan solo quería un simple y triste pin tuve que salir de allí sin él...

Pues vaya mierda, con la ilusión que me hacía tener un pin chulo en mi gorra, pero nada…me fui por la calle paseando abatida sin ninguna esperanza de poder tener un pin para mi gorrita violett … Me fui a cenar a una de esos pubs ingleses que tanto me gustan, tan acogedores, todos de madera por dentro con un olor especial a cerveza y tremendamente confortables, pedí mi diet koke, porque si allí dices coca cola light, ni flowers, o dices diet o no bebes coca cola, me zampé una hamburguesa de muerte, me quité todas las capas de abrigos que llevaba porque dentro me achicharraba de calor y dejé mi triste gorra violett frente a mi, mirándome fijamente sin el pin…Luego desconsoladísima me volví al hotel pisoteando la nieve perfectamente conservada por los ocho bajo cero.

Pero…

Como yo soy de ideas fijas a la mañana siguiente y después de zamparme un desayuno salvaje de esos ingleses con huevos y beans, pues me lancé de nuevo a la calle con un objetivo bien claro: mi pin, había dormido bien, había llenado de gasolina mi body para andar y andar y andar todo el día y me sentía con fuerzas para comerme el mundo enterito de un bocado y encontrar el puto pin.
No pienso ver Manchester hasta que encuentre el pin, me decía a mi misma…

Y hala de nuevo a los mercadillos de navidad y de nuevo la misma cantinela de respingos y hombros y asombros hasta que por una de esas casualidades de la vida un señor de uno de los puentecillos no dio el respingo, ni subió el hombro, me miró sonriente y me dijo, oh brooch, you want a brooch?, ¿brooch?, y me mostró una almohadita de terciopelo color rojo sangre llenita de broches. Ummm, los miré fijamente y allí estaba mi pin buscado y deseado en forma de broche, una maravillosa bruja de plata montada en su escoba. ¿Cuantos pounds?, le dije y me lo compré, lo pensaba comprar costase los pounds que costase, ¡faltaría plus!. Lo prendí en mi gorro violett toda contenta, le sonreí al señor lo más sonriente que fui capaz, mostrándole lo feliz que me sentía con mi bruja, que me despidió amablemente y me alejé escuchando como me decía very nice, very, very nice…

Al fin me quedé tranquila…

Sí, ya podía ir tranquila a ver la biblioteca de incunables de Manchester con mis pensamientos calentitos y abrigaditos bajo mi gorra violett y mi maravillosa bruja oteando el horizonte desde lo más alto de mi misma…

Blondie

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