20 de febrero de 2010

Venezia, Con y Sin Carnaval, Siempre Venezia…. Eternamente Venezia...

Canción. Venecia sin ti
Cantan: maliZia kiss y Charles Aznavour

fotografia tomada por maliZia kiss en La Piazza San Marco

Siempre que voy a Venecia, siempre que monto en el primer vaporetto, siempre que mis ojos ven El Gran Canal, pienso lo mismo, pienso que el aspecto descolorido de las fachadas de sus edificios y de sus palacetes antiguos, hacen de Venecia una cuidad absolutamente decadente e inigualable, única, excepcional, de una belleza que duele por su hermosura, que fascina, que atrapa, que hace que no puedas dejar de mirar ni un solo instante, que no te quede tiempo para cerrar los ojos y soñar porque Venecia es el sueño, es un sueño, es lo viejo hecho belleza, lo ancestral hecho fascinación...

En Venecia el tiempo se ha parado y a pesar del bullicio de los turistas no sientes ese agobio que te puede producir cualquier otra ciudad del mundo. No hay coches, solo vaporettos, solo tronchetos, solo góndolas, solo barcazas y gondolieris y agua, mucha agua…Venecia es el sueño de cualquiera, esa dulce sensación de sentirte transportado a otra época, ese sueño conseguido, esos canales pequeñitos entre calles, esos puentes, esos rincones, esas iglesias, esas calles angostas. Venecia es puro arte en cada vuelta de cualquier esquina, Venecia es Venecia, Venezia, Venice…

Y los carnavales pues son los carnavales… Cuando vi la plaza de San Marcos con su campanile, abarrotada de gente me quedé horrorizada, demasiada gente…mucha gente…pero aun así no podía dejar de mirar los disfraces, mujeres vestidas de dieciochescas con sus tirabuzones, con esos trajes espectaculares llenos de pedrerías, con alambres en las faldas que se movían en un leve contoneo a su paso y esas máscaras completas con caras de muñecas pálidas de porcelana, esos hombres sacados de otros siglos, ataviados con unas vestimentas simplemente perfectas, esa multitud de gentes todos con su antifaz, esos otros disfrazados de maneras mas informales… Demasiada gente en San Marcos, demasiada, pero también demasiada gente a la que fotografiar porque todo era luminoso y fotográfico, todo, la gente, los disfraces, y hasta San marcos al anochecer inundado por las aguas del Gran Canal.

Después de ver todo eso en San Marcos y en El Puente Rialto, escapé…sí,escapé del bullicio, sí, escapé corriendo a callejear, a caminarme una y otra vez toda la ciudad andando entre iglesias y puentes y casas y plazas y palacetes y pequeñísimos canales y edificios singulares y tiendas maravillosas de máscaras y así perdida llegué uno de los días a Accademia y de allí al museo de Peggy Guggenheim y vi el árbol que Yoko Ono le regaló y todo el arte que la casa, ahora museo, de Peggy encierra y el museo de Leonardo Da Vinci y el puente de Calatrava, ese famosísimo puente modernista, carísimo y polémico que no estaba la anterior vez que fui, ese puente de cristal donde la gente se resbalaba, ese puente que une Venecia al principio y que construyeron bajo la batuta del altivo Calatrava y que según mi opinión no desentona sino que más bien le da un toque especial, pero esa opinión mía es muy particular y no todo el mundo la comparte, así que…

Y más… más…, mucho más…tantas y tantas cosas he visto que por la noche me temblaban las piernas de tanto y tanto caminar durante todo el día con mi capa negra de terciopelo y mi antifaz con plumas y mientras descansaba en una trattoria comiendo pasta como una hambrienta devoradora pensaba de que manera intentaría sacar fuerzas de flaqueza para poder llegar después hasta mi hotel.

Muy pero que muy importante, no hay que olvidar llevar una muy buena compañía, una compañía dulce, amorosa, tierna y sensual, eso es indispensable para vivir la maravillosa Venecia,la Venecia de los sueños…

Y al final...

Cuando tomo el último vaporetto para salir de Venecia, ese vaporetto que me llevará a los coches, a la contaminación y a la vorágine de nuevo, me siento al aire libre en la parte posterior en primerísima fila y dejo que mi mirada se pierda en el canal por última vez, pensando, siempre, siempre, siempre volveré...

Siempre volveré a ti y contigo, Venezia mon amour...

Blondie

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