9 de febrero de 2010

Trazos de Carboncillo


Aquellos años de luces y músicas…

Las notas silenciosas y cadentes salían de sus cascos directamente a sus oídos que los inundaba de ese sonido callado que tanto recordaba cuando oía, pero ahora no oía, tan solo escuchaba.

Los brillantes colores invadían sus ojos deslumbrándolos como cegadores rayos de ese arco iris que ya no veía pero que un día vio y quedó impresionada por los vivos colores que ahora sin verlos recordaba.

Y ahora dibujaba con el pulso firme las líneas de un camino con gruesos trazos de su carboncillo. El boceto plasmado en el lienzo de su vida indicaba un sendero sinuoso pero muy bien delimitado, sin lugar a pérdidas, con huecos para el descanso y recovecos para dar aliento a sus oídos que no oían y a sus ojos que no podían ya ver…

El aroma de sus dudas perfumaban las delimitadas tierras húmedas de su sendero y eso le daba fuerzas para comprender que no todo huele a rosas ni a olvido, que a veces los aromas aturden y engañan, que a veces confundes un aroma embriagador con el de un ambientador barato. Los aromas eran su única guía, su única brújula para no perderse en si misma entre las grietas de cualquier recoveco diseñado y dibujado por ella misma.

Tan solo quedaba dibujar el resto, pero la mina de su lapicero necesitaba ser afilada y ella había olvidado donde había dejado la cuchilla. La buscó con ahínco entre todos los objetos que podía palpar pero tan solo encontró dardos puntiagudos. Cualquier día encontrará su afilaminas y podrá terminar de dibujar un presente con los trazos ilógicos de un pasado.

Blondie

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