30 de diciembre de 2009

Bonka

Bonka se apartó el pelo de la cara con gesto cansado. Había tenido un día muy agitado. Mucha gente a su alrededor y estaba agotada. No le gustaba la gente, era molesta, no hacían más que solicitar de ella su continua sonrisa y a Bonka no le apetecía reír. Se sentía tan enferma, tan casada… Pero eso ellos jamás lo sabrían. No le gustaba la compasión, ni las palmaditas en la espalda o esas frases cariñosas de ánimo que le sonaban a huecas. Bonka había decidido guardar silencio y en su silencio se reconfortaba, se sentía a salvo de preguntas molestas e indiscretas. Él la observaba y guardaba también silencio. No preguntaba, tan solo la miraba respetando esa distancia insalvable que ella había puestos entre los dos, ese muro de cristal infranqueble. Muchas veces tenía que morderse la lengua para no preguntar ¿qué tienes Bonka?, la conocía demasiado bien y sabía que eso era lo último que ella quería oír y él guardaba silencio, aunque la miraba

Y a veces sus miradas se cruzaban y por un instante creía ver en ella una mirada de súplica, pero eso tan solo pasaba un instante, porque al instante siguiente volvía a tener esa mirada ausente y pensativa, esa mirada triste que a él tanto le preocupaba. ¿Que tienes Bonka?, déjame que te ayude por favor…Deja que te cuente que vivo por ti, que mi vida sin ti no tiene sentido, deja que te cante al oído, deja que te diga lo que siento, abre la puerta de tu corazón, descorre el cerrojo y déjame entrar, déjame caminar por él junto a tí…

Pero Bonka guardaba de nuevo silencio, estaba tan cansada, tan cansada...

Tan cansada...

Blondie

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